Curiosidades Y...
Misterios tras el espejo
28 de Junio de 2013
Antonio Vélez |
Si yo poso frente al espejo, el lunar que tengo en el pómulo derecho aparece en el izquierdo de la imagen reflejada. Podría decir, entonces, que no conozco bien mi cara (salvo por algunas fotografías), puesto que solo estoy familiarizado con mi imagen especular, que presenta una inversión respecto a un eje vertical; esto es, a diario en el baño observo una copia mía, pero invertida, diferente, claro está, de aquella que ven los demás. Pero como el pelo sigue en la parte superior y la quijada en la inferior, concluyo que el espejo invierte izquierda-derecha, pero no lo hace arriba-abajo.
Hay un misterio allí, pero no es de óptica. Y es que la mayoría de las personas no logran explicarse por qué, aparentemente, el espejo, perfectamente simétrico, produce un efecto en sentido horizontal, y otro en sentido vertical. Si el lector no se lo ha explicado aún, consuélese: personajes muy importantes tampoco lo hicieron. Eduard Punset entrevistó para la televisión española al destacado periodista científico inglés Roger Highfield, sobre la inversión especular: “Quisiera que me aclararas algo cuya respuesta llevo buscando hace años. Mi premio de consolación es que Richard Feynman, también buscó la respuesta. Cuando nos miramos en un espejo vemos nuestra imagen reflejada al revés […]. ¿Es cierto que tras concluir un autorretrato, Rembrandt se dio cuenta de que se había retratado con el pincel en la mano izquierda?”. “Sí –respondió Highfield–, tuvo que volver a pintar el autorretrato ya que se dio cuenta de que aparecía como zurdo cuando no lo era. Es increíble. Un espejo es completamente simétrico. La pregunta, como has dicho, es por qué produce un giro en sentido horizontal y no vertical, sin existir ningún giro óptico. Se han propuesto muchas teorías: una es que la asimetría se debe a que nuestros ojos están separados horizontalmente. También se ha sugerido que tenemos una rotación mental [...]. Pero estas teorías están equivocadas”.
Highfield saca en este momento a relucir su teoría, en la cual utiliza misteriosos efectos gravitatorios, como si en el espacio exterior, ingrávidos, los espejos cambiasen su comportamiento: “Para mirar un objeto en un espejo –dice– es necesario girarlo para colocarlo delante. Entonces, el extremo superior derecho se convierte en el extremo superior izquierdo, sencillamente por una rotación asimétrica del objeto a causa de la gravedad. El espejo refleja la rotación que has impuesto al objeto o a ti mismo para estar delante del espejo”. ¿Entendido?
Confuso estaba Highfield, esta vez bajo efectos de la gravedad. Por eso, lo mejor es olvidar los misterios newtonianos. El espejo plano sí invierte la imagen, pero solo lo hace en el sentido adelante-atrás: vale decir, cuando me miro de frente al espejo, la imagen reflejada lo hace en dirección contraria. Allí está la clave del misterio. Hagamos composición de lugar: si yo poso de pie frente al espejo con mi reloj en la muñeca izquierda, la imagen del reloj aparecerá también en el costado izquierdo del espejo, pero, ese clon mío, que parece devolverme la mirada desde el espacio virtual situado detrás del espejo, porta el reloj en “su” brazo derecho, que desde mi perspectiva, es el que aparece en el lado izquierdo del espejo.
Resumiendo: la imagen del reloj no ha cambiado de posición respecto a quien lo porta, pero la imagen de este sí ha dado un giro adelante-atrás de 180 grados, un giro en U, causante de la confusión. Y ocurre exactamente lo mismo en posición horizontal: si me acuesto frente al espejo, apoyado en mi brazo izquierdo, las imágenes del reloj y del brazo que lo porta aparecen abajo. Ahora bien, para el sujeto que veo al frente, ese brazo será el derecho (pruebe el lector escéptico). Cabe añadir que la cámara fotográfica, que utiliza lentes, sí invierte derecha-izquierda y arriba-abajo, pero a la vez invierte adelante-atrás. Las inversiones se cancelan y todo queda en orden. La fotografía es fiel; el espejo, mentiroso.
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