ETC / Mirada Global
Más mercado y menos Estado: el ‘boom’ económico del Reino Unido
30 de Abril de 2015
Daniel Raisbeck |
En el 2010, el recién electo líder del Partido Laborista británico, Ed Miliband, atacó la política fiscal del nuevo primer ministro, el conservador David Cameron, al asegurar que sus recortes al gasto público acabarían con 500.000 empleos estatales.
Hoy es innegable que el cálculo del jefe laborista fue acertado. Pero Miliband se equivocó drásticamente al advertir que, al ahorrar 60.000 millones de libras, el gobierno engendraría un incremento masivo en el desempleo. No contó con que la cifra de medio millón de trabajos públicos eliminados sería eclipsada por la de 1,7 millones de empleos creados en el sector privado, 85 % de los cuales son de tiempo completo.
Como escribe Fraser Nelson, editor de la revista The Spectator, la coalición gobernante de conservadores y liberales demócratas ha facilitado un “milagro económico” que frustra los pesimistas pronósticos de Miliband, de los sindicatos y de los economistas keynesianos.
Ciertamente, el reto que enfrentaron los conservadores fue titánico. Mientras los laboristas Tony Blair (1997-2007) y Gordon Brown (2007-2010) gobernaron Gran Bretaña, aproximadamente la mitad de los empleos generados fueron en el sector público, algo que ayudó a propagar la deuda hasta un nivel (79 % del PIB) no visto en el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial.
Con fondos del erario, Blair y Brown crearon clientelas masivas en algunos de sus fortines políticos. En el 2007, más del 25 % de la población de Liverpool y Glasgow recibía subsidios al desempleo. En el 2006, el 44 % de los adultos británicos recibía cerca de la mitad de sus ingresos del Estado. Como explicó la revista The Economist, la prodigalidad del dúo Blair / Brown obligó a Cameron a tomar medidas contundentes.
El Primer Ministro actuó en tres frentes. Primero, recortó el gasto público de una manera que la intelligentsia consideró draconiana. En realidad, era elemental que los estudiantes empezaran a asumir los costos de su educación en universidades como Oxford y Cambridge. También urgía reducir el presupuesto de la mayoría de entidades estatales en un 25 %.
En segundo lugar, la coalición reformó radicalmente el sistema de subsidios. El ministro de Trabajo y Pensiones, Iain Duncan Smith, instauró una serie de multas estrictas a los desempleados que no buscaran trabajo de manera activa, asegurándose de que fuera extremadamente difícil depender del subsidio al desempleo de manera permanente. Según Nelson, el resultado fue una reducción del 30 % en el número de subsidiados tan solo en el 2014, con el número total de jóvenes buscando subsidio al desempleo más bajo desde la década de los 70.
Por último, la coalición se encargó de recortar impuestos, para disminuir la carga tributaria sobre las empresas y los individuos, especialmente los más pobres. Aunque el ministro de Hacienda, George Osborne, subió el IVA del 17,5 % al 20 %, para amortiguar la deuda heredada de los laboristas, también subió el nivel de ingresos mínimos para el pago del impuesto a la renta de 6.475 a 10.600 libras. Esto incentivó a miles de personas a asumir trabajos de salarios bajos y, como nota Nelson, incrementó en un 20 % el flujo de caja de quien recibe un salario mínimo.
Osborne también recortó anualmente la tasa del impuesto corporativo, la cual bajó de un 28 %, en el 2010, hasta un 20 %, en el 2015 (comparado a un 34 % en Colombia, sin contar un Cree del 9 %). Entregándole menos dinero al Estado y contando con más recursos en sus propias arcas, las compañías han podido contratar a más personal.
Actualmente, el nivel de desempleo en Reino Unido es del 5,8 %, más de tres puntos porcentuales menos que en el 2010. Al generar más empleos que el resto de una Europa sumergida en la crisis de la moneda única, la economía británica registra mayor crecimiento que los demás países desarrollados. Nelson nota que, el año pasado, más personas fueron contratadas en la ciudad de Birmingham que en toda Francia.
A solo unas semanas de la próxima elección nacional, la coalición no lidera los índices de intención de voto, pese a su descomunal éxito económico. Los liberales demócratas podrían perder a la mitad de sus 56 parlamentarios, y los conservadores y los laboristas, amenazados por partidos emergentes en sus viejas esferas de influencia, están técnicamente empatados en las encuestas.
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