Malvinas o Falklands
05 de Agosto de 2015
Andrés Mejía Vergnaud |
Cuando el 2 de abril de 1982 desembarcaron militares argentinos en unas islas pequeñas ubicadas muy al sur, casi en la Antártida, se desató uno de los conflictos más peculiares del siglo XX, y sin duda uno de los más sorpresivos: la guerra de las islas Malvinas o Falklands.
La guerra, recordemos, se inicia cuando el gobierno militar presidido por Leopoldo Galtieri ordena la ocupación. Con ello, Argentina ejercía por la vía militar lo que consideraba, y sigue considerando hoy, su derecho de soberanía sobre estas islas, ubicadas muy cerca de las costas argentinas, y a 12.800 kilómetros del Reino Unido, que las gobierna como territorio de ultramar. Se ha sospechado siempre que, con esta acción, el gobierno militar argentino quiso distraer la atención de su país, cada vez más inconforme con el gobierno militar. Si esa fue la intención, se satisfizo brevemente, pues al día siguiente de la acción militar los argentinos se unieron de manera masiva en torno a su gobierno.
Se dice también que, dentro del cálculo estratégico de Galtieri, se asumía que el Reino Unido no iba a reaccionar por la vía militar. Ello por la dificultad de la distancia, por el poco interés que las islas despertaban en los británicos y por las penurias económicas que vivía el Reino Unido. En este punto Galtieri calculó mal. Una fuerza aeronaval británica zarpó inmediatamente con la misión de recuperar las islas. Paradójicamente, el hecho sirvió al gobierno de Margaret Thatcher, tambaleante en ese entonces, para convocar la unión nacional.
A decir verdad, cuando los ingleses zarparon también creían que no habría guerra. Pensaban que la crisis se solucionaría por las vías diplomáticas, y pusieron toda su atención en las intensas gestiones de Alexander Haig, secretario de Estado de EE UU, quien sin parar viajaba entre Londres, Buenos Aires y Washington tratando de lograr una solución. Para EE UU este conflicto representó una seria incomodidad, pues enfrentaba a dos aliados suyos: su tradicional compañero de la alianza transatlántica, y la dictadura militar a la que veía como muralla contra el comunismo en el Cono Sur. De hecho, hubo un sector del gobierno estadounidense que propuso al presidente Reagan apoyar de manera activa a Argentina.
La guerra finalmente dejó 255 británicos y 649 argentinos muertos. El Reino Unido recuperó el control de las islas. Argentina empleó de manera inteligente su fuerza aérea, y este fue el elemento que más golpeó a los británicos. Finalmente, la superioridad de las fuerzas de infantería de estos últimos se impuso.
Al día de hoy el litigio continúa. Naciones Unidas reconoce a las islas como un territorio en disputa. ¿Quién tiene la razón? Es difícil saberlo. El historiador Martin Middlebrook, quien se tomó el trabajo de escribir dos libros sobre la guerra, uno desde la perspectiva británica y otro desde la perspectiva argentina, resume los elementos del litigio:
Se cree que el primer avistamiento de las islas lo hizo un buque español en 1540. En 1690 desembarcaron marinos ingleses, quienes al estrecho que hay entre las dos islas le dieron el nombre de “Estrecho de Falkland”. En 1698 empezaron a colonizarse las islas: pescadores franceses, provenientes del puerto de St. Malo, se instalaron y llamaron a las islas “Malouines”. En 1765, el capitán de un buque inglés desembarcó, izó la bandera británica y proclamó la propiedad del rey Jorge III sobre las islas, pero no se quedó. El primer asentamiento inglés se estableció en 1766. En 1767, la Corona Española reclamó a Francia la soberanía de las islas y las consideró parte del Virreinato del Río de la Plata; la corona francesa accedió al reclamo, y a cambio de dinero entregó la soberanía. Entre 1770 y 1774, diversas escaramuzas culminaron en el retiro de los habitantes ingleses.
De allí en adelante, hasta la independencia de Argentina, las islas fueron gobernadas por el Virreinato. En 1820, un buque de la ya independiente Argentina reclamó soberanía. Ocurre algo singular en 1831: un buque estadounidense expulsa a los argentinos y declara a la isla “libre de todo gobierno”. Argentina restablece su presencia en 1832. Pero en 1833 desembarcaron tropas inglesas que desalojaron a los argentinos, y establecieron el asentamiento que subsiste hasta hoy. Argentina invoca el uti possidetis iuris. Reino Unido alega la soberanía ininterrumpida de facto, y el hecho de que la población es inglesa. Un tanto difícil, ¿no?
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