Los extraterrestres

Antonio Vélez M.

Alguien preguntó en voz alta si existían extraterrestres, y un fantasma del más allá le respondió que sí, que aparecieron en Hungría, casi al mismo tiempo. Y no es fantasía: en un periodo muy corto surgió en Hungría una constelación de genios. Todos brillaron al comenzar el siglo XX y todos fueron niños prodigio. Con la llegada de Hitler al poder, emigraron a EE UU o a Inglaterra. En sus patrias adoptivas comenzaron a realizar prodigios.

Leo Szilard se doctoró en la Universidad de Berlín en 1922. Por sus trabajos en la fisión nuclear controlada recibió el Premio Nobel de Física. Cuando Hitler llegó al poder, Szilard viajó a Inglaterra, y allí comenzó a realizar investigaciones en física nuclear. En 1938 se vinculó a la Universidad de Chicago, donde conoció al físico Enrico Fermi, compañía que le permitió llevar a cabo la primera reacción nuclear en cadena.

Dennis Gabor se doctoró en ingeniería eléctrica en Berlín en 1927. Salió de Alemania en 1933 y se estableció en Inglaterra. Inventor infatigable, registró más de 100 patentes. Gabor centró sus investigaciones en la física del electrón y del plasma, en el microscopio electrónico y en la óptica física. Su invención más famosa fue la holografía, un sistema de fotografía en tres dimensiones. Por este trabajo recibió, en 1971, el Nobel de Física.

Eugene Wigner se doctoró en Berlín en 1925. Cinco años más tarde fue nombrado profesor de física matemática en la Universidad de Princeton. En 1963 compartió el Nobel de Física con sus colegas Hans Daniel Jensen y la estadounidense Maria Goeppert-Mayer, por explicar la estructura del núcleo atómico y por los aportes a la mecánica cuántica.

Edward Teller se doctoró en física en Leipzig en 1930. En 1935 viajó a EE UU, donde se unió al proyecto de la bomba atómica, conocido como Proyecto Manhattan. Se le considera el principal arquitecto de la bomba de hidrógeno, arma mortal que se probó por primera vez en 1952.

Paul Erdös fue un matemático famoso por sus extravagancias. En 1934 viajó a Inglaterra y al poco tiempo se desplazó a EE UU para trabajar en la Universidad de Princeton. Pero luego adquirió el hábito de viajar de una universidad a otra. Nunca se casó. Pasó la mayor parte de su vida como un vagabundo, viajando entre conferencias científicas y casas de colegas matemáticos alrededor del mundo. Erdös fue uno de matemáticos más prolíficos de todos los tiempos, únicamente superado por Leonhard Euler. Escribió aproximadamente 1.500 artículos. Para su epitafio sugirió: Finalmente dejé de ser tonto.

John von Neumann merece párrafo aparte. Nació en 1903. Desde pequeño demostró poseer capacidades extraordinarias para el cálculo mental. En 1925 se graduó en ingeniería química, en Zurich, y al año siguiente se doctoró en matemáticas en Budapest. El aspecto más llamativo de Von Neumann era su portentosa inteligencia, que dejaba estupefactos a sus colegas, quienes lo describían como “la mente más rápida que habían conocido”.  A su increíble velocidad de comprensión y cálculo, Von Neumann unía una memoria prodigiosa.

Aunque intervino en el diseño básico de los primeros computadores, su importancia radica en que fue el creador de la arquitectura de los computadores programables y el inventor de lo que ahora llamamos software. Sin embargo, su contribución más notable fue el método de implosión para detonar la bomba atómica, usado en la bomba atómica que se estrenó en Nagasaki. Murió a los 53 años de edad, en plena creatividad.

Para balancear un poco esta constelación de superdotados, nada mejor que hablar de una estrella húngara, esta vez femenina: Judit Polgar, la más brillante ajedrecista de ajedrez de la historia. Consiguió el título de Gran Maestro a los 15 años; además, Judit también puede presumir de ser la única mujer que ha sido capaz de vencer a Gary Kasparov, legendario dominador del mundo del ajedrez durante más de dos décadas.