Libros: dos novedades cautivadoras
16 de Mayo de 2014
Andrés Mejía Vergnaud Twitter: @AndresMejiaV |
Uno de los principales objetivos de esta columna es poder compartir con los lectores el lanzamiento al mercado de novedades bibliográficas especialmente interesantes, ubicadas, claro está, en el campo del Derecho y sus disciplinas afines, como la Economía, la Sociología, la Historia, etc. Aun cuando algunas de dichas obras aún no se consigan en el mercado hispano, es sin embargo importante estar alerta a ellas desde su lanzamiento, sea para adquirirlas a través de medios tecnológicos, o para estar pendientes de su aparición en lengua española. Hoy quiero referirme a dos emocionantes libros que acaban de salir al mercado, y que constituyen importantes novedades en la Economía y en la ciencia social.
Del primero tal vez ya han escuchado muchos lectores, por cuanto su publicación ha significado un auténtico furor. Tanto así, que muchos se han atrevido a decir que formará parte de la biblioteca clásica de la ciencia económica, en especial de la economía política. Solo la historia dará ese veredicto, pero lo que no se puede negar es que al menos por ahora ha causado un impacto muy grande, y ha puesto a todos los grandes economistas a referirse a él.
El libro se titula Capital in the Twenty-First Century (El capital en el siglo XXI). Su autor es Thomas Piketty, economista francés, profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y en la Escuela de Economía de París. Su especialidad ha sido la distribución del ingreso.
El libro es testimonio de la importancia que en años recientes ha venido adquiriendo el tema de la desigualdad. Crece y crece la preocupación por el modo como el ingreso se ha concentrado en ciertos sectores muy pequeños. Tradicionalmente, sobre todo en algunas corrientes políticas, se ha asumido que la desigualdad no importa siempre y cuando haya crecimiento y a todos les vaya bien, así a algunos les vaya mejor. Pero lo que ha ocurrido en las últimas décadas es que los ingresos de las clases medias se han estancado, mientras que los de una pequeñísima cúpula van en rápido aumento.
A lo largo de casi 700 páginas, Piketty aplica técnicas estadísticas para estudiar los patrones de distribución del ingreso de los últimos siglos, y para identificar las tendencias que vendrán. Su conclusión es que, en el futuro próximo, los retornos o beneficios del capital crecerán más rápidamente que el ingreso total de las economías. Como consecuencia, los dueños del capital recibirán retornos cada vez mayores. Un efecto importante es que, contrario a lo que se cree, la sociedad no será meritocrática, sino que los más recompensados serán los propietarios y herederos de capitales.
La obra ha sido objeto de centenares de reseñas, algunas de ellas de corte crítico. Dentro de esas últimas cabe destacar un argumento esgrimido entre otros por Paul Krugman, quien, aunque en general valora muy altamente el libro, considera que deja por fuera la verdadera fuente de desigualdad en economías como la norteamericana, a saber, los exagerados salarios y paquetes de remuneración de algunos altos ejecutivos.
El libro ha encendido, entonces, el debate sobre la desigualdad, y contribuirá a ubicarlo entre las prioridades de la política pública.
La segunda recomendación se titula Social Physics (Física social), de Alex Pentland, quien no viene de la ciencia social, sino de las disciplinas tecnológicas de vanguardia. Pentland trabaja en el Media Lab de MIT, donde dirige el Laboratorio de Dinámica Humana. Su área son las ciencias de la computación, y propone un interesante desafío: construir una ciencia cuantitativa que, con instrumentos matemáticos, describa los flujos e interacciones humanos, y permita así generar una nueva ciencia social.
No es la primera vez. De hecho, como Pentland nos recuerda, el nombre “física social” viene de Saint-Simon, un loquito a quien se atribuye la fundación de la sociología. ¿Qué ha cambiado? En opinión de Pentland, que ahora sí tenemos las herramientas y la información para hacer una ciencia totalmente matematizada de lo social: ahora tenemos en nuestras manos la posibilidad de obtener y compilar datos exhaustivos sobre prácticamente todo, incluidas las actividades sociales. Aplicando técnicas avanzadas sobre esas series de datos, podríamos extraer tendencias sobre la actividad humana, y formular teorías predictivas.
Pentland ofrece varios ejemplos de cómo esto ha funcionado en algunos casos prácticos. Lo cual no excusa cierto optimismo desbordado con las posibilidades del manejo de datos. Aun cuando para otros autores, lo que hoy se llama “big data” está un poco sobreestimado.
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