La sociedad avanza, el Derecho evoluciona

Abelardo De La Espriella Abogado abdelaespriella@lawyersenterprise.com

A medida que el tiempo transcurre, las leyes se modifican y se ajustan a las necesidades de la sociedad, simple y llanamente porque el Derecho, que se expresa a través de un conjunto de normas, es el reflejo de la intención de un grupo humano de ordenar la vida en sociedad, desde el punto de vista de la justicia; un intento por regular sus actuaciones y las de la administración y una lucha constante porque estas, a su vez, se encuentren codificadas en el texto legal, garantizando con ello el control necesario para propender por el bien común y el respeto de los derechos de las personas.

Los pueblos que no han evolucionado, ya sea por factores políticos, religiosos, sociales o económicos, suelen tener una legislación y un Derecho primarios, atrasados, retardatarios y poco garantistas, en donde el poder del Estado es omnímodo y absoluto. Las dictaduras son un buen ejemplo de lo anterior, y la castración democrática de las sociedades es fatal, cuando de respetar los derechos humanos se trata.

La alquimia producida en la legislación por el ineluctable paso de los años tiene un efecto mágico en el valor más importante del Derecho, que es la justicia. La idea de lo justo cambia todo el tiempo, es un criterio del momento, de la coyuntura. El delito, en el sentido jurídico, la repetición de la transgresión que implica el crimen a lo largo de la historia, ha provocado la transformación de la sociedad y de sus leyes, precisamente porque la concepción que sobre lo justo se tenía ha cambiado también. Es así como conductas que eran reprochables en el pasado, desde el punto de vista penal, hoy son consideradas en muchos casos derechos inquebrantables.

Los contrabandistas de licor, tabaco y apuestas en alguna época fueron considerados los peores criminales; hoy son reconocidos como prósperos y exitosos empresarios, que, además, pagan considerables impuestos. La sodomía u homosexualismo llevó a la cárcel y posteriormente a la muerte a uno de los más grandes escritores de todos los tiempos: Oscar Wilde. Actualmente, la ilegalidad consiste en no reconocer los derechos de las parejas del mismo sexo. El aborto constituyó por cientos de décadas un crimen abominable, que no solo se pagaba con creces en la Tierra, sino que también se purgaba en el Infierno, según la Iglesia. En países como Francia, los gastos en que incurre una mujer que se practica un aborto son reembolsados por la seguridad social de ese país, y en Colombia la despenalización, en los tres casos admitidos por la Corte Constitucional, son ejemplo internacional del respeto por la dignidad de la mujer.

Un día, cuando ya no estemos ni nosotros ni nuestros hijos; cuando el mundo se mueva y las cosas cambien; cuando los líderes de las potencias mundiales entiendan que el narcotráfico nunca se va a acabar, porque es un problema social y de salud pública, y no policivo; cuando admitan que los traficantes seguirán violando la ley, por más severos que sean los castigos y las penas, y que el flagelo genera mayor cantidad de muertos por causa de la prohibición y la violencia que esta ocasiona que por el consumo mismo, ese día sabrán que no queda otra alternativa que legalizar la droga.