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Opinión / Columnistas


La reciente furia sancionatoria de EE UU

06 de Agosto de 2014

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Juan Camilo Restrepo

Exministro, abogado y economista

 

          

 

 

 

Cuando se posesionó el presidente Obama, hace seis años, vivía el mundo una de las crisis financieras más profundas que se recuerden. Se habían cometido abusos impensables por parte de los bancos. El episodio de las hipotecas “podridas” (subprimes) había conmocionado las finanzas internacionales. Hubo quiebras resonantes en EE UU y en Europa y, naturalmente, anuncios de la nueva administración de que se tomarían medidas legislativas drásticas para reprimir y prevenir este tipo de abusos financieros por parte de los banqueros y de sus administradores.

 

Pasó el tiempo, sin embargo, y no sucedió nada. Como en tantas otras materias, la administración Obama le dio largas al asunto, y las grandes reformas al sistema bancario nunca llegaron. Los bancos culpables pasaron de agache, hubo unas cuantas fusiones, algunos despidos de directivos comprometidos. Pero la gran reforma moralizadora del sistema bancario nunca llegó.

 

Ahora está llegando, pero por un camino inesperado: el de la imposición de astronómicas multas a los bancos, más que a través de un cambio profundo a la legislación financiera.

 

O sea, se está llegando a la moralización del sistema bancario norteamericano a través de algo que se parece más a una reforma tributaria vía multas, que a un endurecimiento de la legislación propiamente bancaria, como se había anunciado originalmente.

 

Las reformas tributarias siempre toman inesperados y cambiantes caminos. Por ejemplo, en Colombia se dijo inicialmente que en el 2015 se haría una reforma solo para mejorar el recaudo con mejores controles pero no para subir los tributos; después que no había necesidad de reforma alguna; luego se afirmó que con prorrogar el impuesto al patrimonio y el de las transacciones financieras bastaría; y recientemente se está hablando de una reforma constitucional para permitir una amnistía de capitales.

 

Habrá que ver en qué quedamos cuando el proyecto anunciado de reforma tributaria llegue al Congreso, pues la situación fiscal para el 2015 –como lo han señalado insistentemente entidades como Fedesarrollo y Anif– no luce nada tranquilizadora.

 

En EE UU, como lo hemos anotado, la administración Obama, acosada por las críticas de inacción desde el 2008 (cuando en medio de la crisis financiera de entonces anunció severas medidas contra la banca irresponsable que había desencadenado el escándalo de las “hipotecas podridas” y, sin embargo, durante seis años no hizo nada de fondo) ahora, imprevistamente, la ha emprendido contra los bancos imponiéndoles multas sobre su mala vida pasada que, por la magnitud de las sanciones, equivalen a una verdadera reforma tributaria.

 

Veamos algunos ejemplos. Al BNP-Paribas, le acaban de imponer una sanción descomunal de nueve billones de dólares por haber violado a través de su filial Suiza las normas norteamericanas relacionadas con los embargos impuestos a países como Sudan, Cuba o Iraq.

 

Contrario a lo que se creyó en un primer momento, la furia sancionatoria de las autoridades de control y vigilancia de  EE UU no solo ha golpeado bancos europeos, sino que también ha empezado a caerle a los bancos norteamericanos.

 

Por ejemplo, le acaban de poner al Citigroup una sanción gigantesca de siete billones de dólares, en este caso por haberle ocultado a sus clientes información relevante sobre las “hipotecas podridas” que desencadenaron la crisis bancaria del 2008. Por las mismas razones, JP Morgan Chase fue castigada recientemente con otra sanción sin precedentes de 13 billones de dólares. Y el HSBC con 1,9 billones por blanqueo de dólares, algunos de ellos provenientes de Colombia.

 

El Bank of America no ha escapado tampoco a este torrencial aguacero de multas, recibiendo una por 12 billones de dólares, originada también en información defectuosa entregada a sus clientes sobre las famosas “hipotecas podridas”.

 

Y para cerrar este círculo de multas furiosas está próxima a fallarse otra por la no despreciable suma de 17 billones de dólares al Bank of America también por información defectuosa en el caso de las subprimes o hipotecas envenenadas.

 

El solo monto de las multas que acaban de enumerarse asciende a más de 50 billones de dólares, una verdadera reforma tributaria que llega por el camino inesperado de las multas y a costillas de los bancos, que bien merecido lo tienen y cuyo producido va a nutrir con recursos impensados e inéditos a las entidades encargadas del control y vigilancia que son las que recaudan y reciben estas multas.

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