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La innovación aplicada a la educación legal

27 de Diciembre de 2016

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Daniel Santiago Acevedo Sánchez

Legal Project Manager en Gómez-Pinzón Zuleta.

Co-founder Legal Hackers Capítulo Colombia.

@danielacevedos

 

En la pasada entrega, en donde traté de clarificar el concepto general de innovación aplicada a la industria de servicios jurídicos, mencionamos que al ser el concepto mismo tan difícil de explicar sin un contexto era entonces por lo menos prudente entender esta noción desde tres perspectivas diferentes y complementarias: (i) innovación en la prestación de servicios jurídicos, (ii) innovación en la enseñanza del Derecho e (iii) innovación en la administración de justicia. En esta oportunidad, hablaremos sobre la innovación aplicada a la educación legal.

 

Para comenzar (y para variar), ¡buenas noticias! Por fin puedo decir que, después de casi cuatro años de haber comenzado a hablar de estos temas en el país, se está abriendo la discusión alrededor de hacia dónde va y debe ir la profesión de abogado e, incluso, estamos empezando a ver preguntas como: ¿qué implica ser un abogado actualmente? ¿Será que las universidades están formando profesionales en Derecho para responder a las necesidades del contexto actual?

 

Recientemente, la Cámara de Servicios Legales de la ANDI realizó el segundo evento de innovación en Derecho (el primero fue el Foro de Innovación en Derecho que hicimos en la Universidad Sergio Arboleda) y aunque el programa estaba enfocado a la innovación en la prestación de servicios jurídicos, tema que abordaremos en la próxima entrega, son varias las conclusiones que se mencionaron y se pueden extraer para entender qué es lo que pasa con la educación legal en nuestros días:

 

- Actualmente, no es suficiente con ser un excelente abogado desde la perspectiva de técnica jurídica. El mercado está demandando otras habilidades.

 

- En ese orden de ideas, es deber de las facultades de Derecho proporcionar esas nuevas habilidades a los abogados del futuro.

 

- En todo caso, tales habilidades no pueden estar desconectadas del mercado en donde se desenvuelven los profesionales del Derecho. Es decir, no podemos estar formando a nuestros abogados en habilidades que hoy tienen una difícil aplicación práctica. Solo para ejemplificar, hace poco pude ver un pregrado en Derecho ofrecido en Bogotá cuya malla curricular contempla dos cursos de Historia de la Filosofía más dos cursos de Filosofía del Derecho, un par de cursos en Derecho Romano y, en general, durante todos los semestres, se deben tomar uno o dos cursos que tienen una difícil relación con el mundo laboral.

 

Alrededor del tema de innovación en la educación legal, recogeré las palabras de la abogada estadounidense Amani Smathers, que explican muy bien el por qué y el cómo debemos cambiar nuestro actual modelo de formación de futuros abogados. Hoy, podríamos decir que tenemos profesionales en Derecho con una formación estrictamente vertical o formación en “I”. Es decir, mucho conocimiento legal, sea relevante o no, y pocas nociones de otras ciencias o profesiones. El siglo XXI exige que los abogados tengan una formación mixta, vertical y horizontal, entre conocimiento propio de la profesión y conocimiento de otras ciencias. A esta formación la podemos llamar en “T”. Por supuesto, el eje vertical (el más largo) correspondería al conocimiento jurídico, toda vez que, en últimas, estamos formando abogados, pero que, adicionalmente, dominan conceptos en gerencia de proyectos, finanzas, análisis de datos, tecnología, administración de negocios, etc. Es decir, abogados “multidisciplinarios” con habilidades útiles para el contexto actual, y no estoy hablando de tomar simples materias electivas en temas no relacionados.

 

¿Qué hacer entonces? El lado positivo de esta historia es que ya hemos dado los primeros pasos hacia el rediseño de la formación de abogados tanto en EE UU, con el Laboratorio de Investigación y Desarrollo en Derecho de la Universidad Estatal de Michigan (EE UU), o el LawLab de la Escuela de Derecho de Chicago-Kent dirigido por Daniel Katz, como en Colombia, concretamente con la Universidad Sergio Arboleda y la cátedra de Innovación en Derecho, en donde se les enseña a los estudiantes que sus opciones profesionales no se limitan a ser abogado en una firma, en una empresa o en el sector público/Rama Judicial, sino que también pueden innovar y crear modelos de negocios disruptivos para la prestación de servicios jurídicos más eficientes y más asequibles para la sociedad en general gracias al uso de tecnologías de la información. Lo que se requiere es que cada vez más universidades en nuestro país se comprometan con un cambio efectivo en sus programas de formación para que nuestros futuros profesionales en Derecho realmente respondan a las necesidades del mercado.

 

En el 2014 se publicó un estudio realizado por los profesores Coates, Fried y Spier de la Universidad de Harvard en el que se encuestaron a más de 100 abogados de las grandes firmas en EE UU para que estos indicaran qué deberían estar aprendiendo los estudiantes de la Facultad de Derecho. En la mayoría de los casos, las respuestas se inclinaron hacia cursos en finanzas, contabilidad y estrategia de negocios más que en cursos intensivos de formación jurídica. Este estudio es una excelente forma para determinar qué cursos son relevantes para mejorar la empleabilidad de los estudiantes y cuáles deberían removerse del plan de estudios. Esperemos ver en el corto plazo un análisis similar realizado en Colombia que, de una vez por todas, nos deje claro que estamos en mora de modernizar la enseñanza del Derecho.

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