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Actualizado hace 4 hours | ISSN: 2805-6396

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Columnistas


La inminencia de la discusión y revisión del modelo de Autorregulación del Mercado de Valores

27 de Mayo de 2014

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Mauricio Rosillo

Mauricio Rosillo Rojas

Director de la Especialización en Derecho del Mercado de Capitales, PUJ

mauriciorosillo@gmail.com

 

 

La revisión del esquema de autorregulación del mercado de valores es un asunto que no puede seguir dilatándose. La autorregulación es sin duda una magnífica herramienta para el fortalecimiento, buen proceder y desarrollo de varios negocios o industrias, pero es en el campo del mercado de capitales en donde la tradición y el impacto han tenido mayor dimensión y notoriedad. Efectivamente, la autorregulación de valores ha logrado mayor integridad y transparencia en los mercados, para que estos sean más justos y equitativos, con mejor formación de precios y adecuada información. También ha perseguido, disuadido y castigado las malas prácticas que generan tantas distorsiones y que afectan principalmente a los inversionistas poco sofisticados.

 

La autorregulación en el mercado de valores no es la solución a todos los problemas de esta industria, pero sí es connatural a la misma. En la medida en que hay confianza y transparencia en el mercado de capitales, hay más dinámica de negocios, más fuentes de financiación, más alternativas de inversión, generando un espiral positivo. Por eso es tan importante y necesaria la autorregulación, porque nadie más interesado que la misma industria de valores en que el mercado funcione adecuadamente.

 

Vale la pena recordar que la autorregulación en el mercado de valores surgió con la creación de la Bolsa de Bogotá en 1928 y ha venido evolucionando a través de los años. Hoy las funciones de regulación, supervisión, disciplina y certificación las tiene un organismo independiente, el Autorregulador del Mercado de Valores, mejor  conocido como AMV. 

 

Esta figura o entidad no es una invención criolla, sino el reflejo de lo que ocurre en varios mercados más desarrollados. Si se observan los estándares internacionales de IOSCO en la materia, queda claro que la autorregulación es fundamental para el adecuado funcionamiento de los mercados de capitales. En EE UU por ejemplo, existe Finra, un autorregulador del mercado con muchas facultades y poderes que complementa el trabajo de la SEC, entidad reguladora del Estado. En Canadá, por otro lado, existe un autorregulador llamado IROC, entidad que también ha sido vital en el fortalecimiento de los estándares del mercado de valores de ese país.

 

En todo caso, la autorregulación no puede existir sola sin que el Estado cumpla una función superior respecto a los mercados de valores. El Estado claramente tiene una visión mucho más general, sistémica y de protección que en ciertos aspectos puede diferir del de la industria, razón por la cual en todos los mercados de valores coexisten reguladores y supervisores estatales y autorreguladores, que  se convierten en “barreras de defensa” para fortalecer la confianza buscando que en los mismos exista integridad, transparencia y buenas prácticas.

 

Por todo lo anterior y a pesar de que algunas voces sugieren eliminar esta figura en Colombia, la autorregulación es fundamental y esencial al desarrollo de los mercados de valores y cumple una función complementaria a la de la Superintendencia Financiera, razón por la cual sería un error acabarla. No obstante, es perentorio hacerle cambios profundos a la figura tanto desde lo normativo como desde  el funcionamiento de la entidad,  para así ajustarse a las nuevas realidades y corregir problemas del pasado. Ya han transcurrido cerca de diez años desde que se expidió la Ley 964 del 2004 y el decreto reglamentario de la autorregulación, y por ende una revisión de temas como las funciones, el alcance, el rol frente al Estado, el principio de no duplicidad, entre otros asuntos, es bienvenida y necesaria.

 

Por otra parte, en lo concerniente al organismo de autorregulación como tal, es inaplazable la discusión con los miembros de la entidad sobre su gobierno corporativo, el esquema de contribuciones y su foco estratégico.

 

No dar este debate de frente entre autoridades, intermediarios, inversionistas, proveedores de infraestructura y la academia puede deslegitimar un mecanismo que históricamente ha sido muy eficaz. Solo con la discusión y concertación se podrá continuar avanzando en tener modelos más sólidos que prevengan o eviten situaciones desafortunadas del pasado que tantos dolores de cabeza han causado.

 

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