Cultura y derecho
La guerra que transformó a Israel
Incluso muchos admiradores de Israel albergan críticas por la manera como conduce su política en los territorios palestinos.Openx [71](300x120)

10 de Julio de 2013
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Andrés Mejía Vergnaud Twitter: @AndresMejiaV |
Los lectores más jóvenes están familiarizados con una imagen mixta de Israel: una imagen en la que hay muchos motivos de admiración, pero también numerosas razones para la crítica. Se admiran por ejemplo sus proezas en tecnificación agrícola, en desarrollo científico y en innovación tecnológica (Israel es el segundo país después de EE UU en número de empresas inscritas en Nasdaq, el índice bursátil del sector tecnológico). Pero junto a estas razones, incluso muchos admiradores de Israel albergan críticas por la manera como conduce su política en los territorios palestinos, especialmente en la llamada Franja Occidental. Israel es visto como una fuerza de ocupación que maneja sus asuntos con puño de hierro, que castiga injustamente a palestinos inocentes por acciones de otros, que discrimina a dicha población, que destruye sus viviendas, separa sus familias y utiliza sus territorios para construir asentamientos para israelíes.
Curiosamente, hace 50 años la imagen de Israel era totalmente diferente. En 1963 Israel era visto como una nación heroica, habitada por sobrevivientes del holocausto y por judíos que, habiendo llegado de muchas partes con apenas un sueño en sus bolsillos, habían construido una sociedad fenomenal. Muy igualitaria además, con instituciones como un servicio militar universal donde se borraban las diferencias socioeconómicas. Y asediada por enemigos que juraban su destrucción y reunían fuerzas para lograr tal objetivo. ¿Cómo se produjo este cambio en la imagen de aquella joven nación?
Todo empezó a mediados de junio de 1967, tras seis días de un asombroso episodio bélico conocido como Guerra de los Seis Días. Los detalles históricos, políticos y militares de este episodio son el objeto de un encantador libro publicado en el 2002 con el título Six days of war por el historiador Michael Oren (Oxford University Press, 2002). Fue publicado en español por Ariel con el título La guerra de los seis días (2004).
Oren nació en Nueva York en 1955. Estudió en las universidades de Columbia y Princeton, donde obtuvo su doctorado en estudios del Medio Oriente. Oren se trasladó a Israel en 1979, y allí ha ocupado cargos académicos y gubernamentales. Ha sido profesor visitante en Harvard, Yale y Georgetown, y desde el 2009 es embajador de Israel ante EE UU.
Naturalmente, muchos lectores pensarán que, por tratarse de un autor israelí, la perspectiva del libro estaría sesgada a favor de dicho país. No es verdad: el libro está compuesto de manera científica, con un uso intenso de fuentes que el autor cita en su integridad, por lo cual a cualquiera le resultaría fácil verificar las afirmaciones del autor. Es una lástima que sobre esta guerra, al igual que sobre la de 1973, sean tan escasos los escritos desde la perspectiva árabe, pero ello ha sido difícil por la naturaleza poco libre de sus sociedades.
Para mi propio deleite, el libro de Oren discurre de manera extensa sobre las deliberaciones internas de los gobiernos involucrados, en particular el israelí. Esto permite al lector entender por qué cada lado tomó las decisiones que tomó: los árabes, la decisión de preparar un ataque masivo contra Israel, y los israelíes, la decisión de anticiparse a tal evento y usar sus fuerzas numéricamente inferiores para atacar primero.
Esta última decisión no fue fácil: Israel se gobierna mediante un sistema parlamentario donde este tipo de asuntos son objeto de intenso debate en el gabinete. Se temía, y así lo expresaron muchos miembros del gobierno, que el recurso a un ataque preventivo ocasionaría una condena internacional contra Israel, en particular de parte del gobierno de EE UU, quien ya había hecho saber que no aprobaba tal acción. Solo la evidencia de un ataque inminente y muy superior proveniente de Egipto, Siria y Jordania, y con participación de fuerzas adicionales de Irak y Libia (entre otros), hizo que Israel no tuviera más alternativa que golpear primero.
Esto sucedió el 5 de junio de 1967. Israel lanzó un ataque aéreo sorpresivo con el cual, en pocas horas, destruyó en tierra casi toda la fuerza aérea egipcia e inutilizó sus aeródromos. Un ataque terrestre vino después, y se produciría una breve guerra que cambió la faz del Medio Oriente: Israel derrotó a sus adversarios y ocupó toda la península del Sinaí, las alturas del Golán en Siria y la Franja Occidental del Jordán. Ocupó también el lado oriental de Jerusalén.
Esta fabulosa victoria produjo un asombro universal que aún subsiste. Pero, de la noche a la mañana, convirtió a Israel en un país ocupante que pronto pasaría a comportarse como tal. Y su imagen ante la opinión mundial sufriría un gradual pero definitivo cambio.
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