Curiosidades y…
La explicación más elegante, profunda o bella
17 de Mayo de 2012
Antonio Vélez |
El sitio virtual Edge reúne a las inteligencias más brillantes y agudas del planeta. Allí se congregan los más distinguidos científicos, artistas y pensadores, invitados a pensar los puntos claves de la cultura humana, esos puntos singulares en los que el conocimiento humano ha llegado a su cima. Cada año se propone una pregunta. Las respuestas, dada la calidad de los invitados, son una muestra de sabiduría y agudeza.
Sin ser invitados, nosotros, humildes pensadores, tenemos también el derecho a opinar, a manifestar nuestros gustos, sin parar mientes en el prestigio de tan notables opinadores. Para este 2012, la pregunta se refiere a la explicación más elegante, profunda y bella que hayamos conocido, nuestra favorita.
La elección es difícil, pues el universo de explicaciones que ha inventado o descubierto el hombre es inmenso. Por ejemplo, hay una muy sencilla, universal y de consecuencias importantísimas: la explicación de Charles Darwin de la evolución de las especies por medio de las mutaciones y la selección natural. Para muchos pensadores, por sus profundas consecuencias en todos los ámbitos culturales y por su potencia explicativa, quizá sea la idea más importante jamás concebida por el hombre; sin embargo, no parece suficientemente profunda, ni especialmente destacada por su belleza.
Decepcionantemente simple, dijo un pensador, y su comprensión no impone desafíos intelectuales. Le falta complejidad e improbabilidad: baste decir que dos personajes, uno de ellos de poca monta intelectual, se le anticiparon a Darwin.
Existe otra, colosal, profunda y, ante todo, elegante y muy bella: la explicación del comienzo del universo por medio de una gran explosión o big bang, el “Génesis” de los astrofísicos. Y otra más: la mecánica cuántica como explicación del micromundo, el de las miniaturas, el de las partículas elementales, las entrañas mismas de la materia. Una explicación que pasma a más de uno por su extrañeza, por su potencia explicativa, por su belleza y elegancia. Una explicación que ni la desbordada imaginación de los grandes maestros del surrealismo la hubiese podido concebir.
Pero… A pesar del gran respeto que inspiran las explicaciones anteriores, hay una que las supera en originalidad, vuelo imaginativo y profundidad, una obra de arte, improbabilísima, revolucionaria, compleja y difícil, atrevida, imposible de apreciar para la mayoría de los humanos, extravagante si se quiere: la explicación de Albert Einstein de la gravitación por medio de una deformación del espacio-tiempo, espacio del cual formamos parte y deformación que no perciben nuestros sentidos.
Lo que era una acción a distancia, misteriosa e inexplicable, Einstein la convirtió en una propiedad geométrica que se despliega en un espacio de cuatro dimensiones, imposible de representar en la mente, solo pensable por medio del simbolismo matemático. Nunca antes la imaginación humana había volado tan alto o, mejor, tan profundo, nunca un humano había superado a todos sus coespecíficos por tan amplio margen. Se explica uno por qué un prestigioso escritor colombiano, Fernando Vallejo, aturdido con la idea y sin entender una sola palabra, renunciaba a comprenderla llamándola “mariguanadas”; con razón se expresaba así, pues solo en un momento de alucinaciones misteriosas podría surgir una idea tan apartada de nuestra familiar intuición.
De no haber existido Einstein, es difícil que existiera en este momento una teoría del mismo estilo. En cambio, si Darwin hubiese muerto antes de completar sus logros, tarde o temprano alguien habría resucitado la versión de alguno de los dos que se le anticiparon, o la hubiese reinventado, basado en el mismo principio de la selección artificial. De allí la altísima improbabilidad de la idea de Einstein. Medalla de oro para Einstein.
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