Curiosidades y….
La especialización
19 de Julio de 2016
Antonio Vélez M.
Para el neurólogo Jean-Pierre Changeux, aprender consiste en modificar los estados sinápticos del cerebro. Al nacer, la conectividad de toda la red neuronal está bien dirigida por las instrucciones genéticas, pero se pasa por una fase de redundancia, en la cual la capacidad conectiva de la red es máxima, proporcionando un número astronómico de combinaciones posibles. Inicialmente hay abundancia de terminales dendríticas y axónicas, y aun de células nerviosas con funciones completamente idénticas, pero luego, por medio de un típico proceso de selección, muchas células mueren (proceso llamado apoptosis), y las conexiones defectuosas se eliminan.
Las actividades realizadas durante las etapas del aprendizaje temprano producen eliminación de la redundancia, selección de los contactos apropiados y estructuración ordenada de todo el conjunto neuronal. Se estima que, aproximadamente, la mitad de las ramificaciones dendríticas presentes en el niño, a los pocos meses de nacido desaparecen durante la fase de maduración somática y aprendizaje infantil. Es decir, el aprendizaje introduce un orden suplementario. Las sinapsis que quedan activas enriquecen y fortalecen luego sus contactos. Por esta razón, aprender tempranamente, en cierto sentido, representa una ganancia y una pérdida: se gana, pues se definen importantes circuitos de la red neuronal y los contactos sinápticos se consolidan; se pierde, pues del universo inmenso de posibilidades del niño, solo una parte más bien pequeña sobrevive en el adulto. Se gana especificidad y se pierde generalidad.
Un cerrajero que abre una cerradura con una ganzúa no se guía por la lógica, sino por el residuo inconsciente de innumerables actuaciones anteriores que confieren a su acto una sabiduría que su razón no posee. Eso explica por qué los expertos humanos saben distinguir, cada uno en su especialidad, entre buena y mala poesía, entre música de calidad o ruidos, o entre arte y basura, sin que nadie hasta el momento haya sido capaz de formular explícitamente las reglas para hacerlo.
Como en todas las actividades de la vida, la especialización arruina la universalidad, quita autonomía y limita al individuo, para que así pueda sacar la máxima ventaja en un campo particular. Pero lo que se pierde en extensión se gana en profundidad. En el aspecto cultural, la especialización, en cierto sentido, “embrutece” al individuo para beneficio del colectivo. Empieza “sabiendo mucho de poco, y termina sabiendo todo de nada”, según expresión ingeniosa atribuida a Bernard Shaw.
La perfección y la eficiencia en la ejecución de las tareas llegan a veces a niveles tan altos, que solo unos pocos individuos pueden, en lo que a su especialidad respecta, satisfacer con holgura todas las demandas del grupo social al que pertenecen. Pero el conjunto de especialistas, cada uno en su campo, ofrece rangos de variedad y calidad imposibles de lograr si cada individuo del grupo tuviese que hacer y saber de todo. Por eso la sociedad humana ha llegado a cumbres tecnológicas y culturales de gran altura, gracias a la refinada especialización de una parte relativamente pequeña de sus miembros.
Las grandes ciudades justifican la especialización de los ciudadanos en el desempeño de oficios diferentes, lo que, al restringirse el campo de acción, conduce al perfeccionamiento de las funciones. Con el especialista aparece una nueva cualidad: el virtuosismo o perfección en la ejecución de las tareas. Si el tamaño de la sociedad permite el lujo de no aprender más que un oficio, entonces se pueden alcanzar extremos insospechados de perfección en la ejecución de las tareas elegidas. Por otro lado, los ciudadanos se ven obligados a cooperar, a sumar esfuerzos y conocimientos, lo que permite embarcarse en obras de mayor envergadura. En ese nuevo entorno social se estimula el conocimiento, se amplía la venta o el intercambio de bienes, con un mercado grande que paga el esfuerzo de crear o de inventar, y se crea el motor para el desarrollo de la gran industria. En suma, la ciudad es la cuna de la cultura, el lugar en que se gestaron avances culturales importantes, el primer nicho importante de la creatividad humana.
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