Cultura y Derecho
La escritura, otra virtud bolivariana
29 de Noviembre de 2013
Andrés Mejía Vergnaud
Es inevitable empezar esta columna con la ya maltrecha cláusula “por favor no me malinterpreten”. Y debo hacerlo por el hecho de usar en el título el vocablo “virtud bolivariana”. No me malinterpreten, no me refiero a la utilización política del término que ha estado en boga en un país latinoamericano. Pero tampoco entiendan, por favor, que con este breve texto pretendo incurrir en la costumbre de ensalzar y sobreestimar las virtudes de los “próceres” de la Independencia. Esta costumbre de aculturación patriótica fue muy común en nuestro medio en décadas anteriores. De ello es testimonio, por ejemplo, el famoso libro de historia de Colombia de Henao y Arrubla, adoptado en su momento como texto oficial de enseñanza de la materia, y en el cual los protagonistas de la Independencia aparecían como prohombres heroicos prácticamente carentes de defectos.
Créanme entonces, por favor, que con todo el sentido crítico del caso, y sin ánimo de dar a un personaje histórico un valor desmesurado solo por razones políticas o patrioteras, quiero compartir con ustedes lo que en mi opinión es una notable virtud de Simón Bolívar, poco apreciada además.
Me refiero a la escritura. He llegado a considerar a Bolívar como un magnifico escritor. Es cierto: tal vez un poco adornado en algunos pasajes, pero sin llegar a rozar el límite del exceso.
Durante muchos años ignoré esta dimensión de la obra bolivariana. Suelo considerar que los políticos son pésimos escritores, con naturales excepciones como Churchill, quien ganó el Nobel de literatura en 1953. Un día, mientras tomaba la materia “Pensamiento Colombiano” en la Universidad Nacional con el profesor de filosofía Rubén Sierra Mejía, le oí a él ponderar a Bolívar como “el mejor escritor en lengua española del siglo XIX”. Inmediatamente lo consideré una exageración. Las semanas siguientes, dedicadas como estuvieron al análisis de los escritos del Libertador, me mostraron que era yo el del error. Y fue una gran felicidad saber que estaba equivocado.
La obra de Bolívar, para delicia de nuestros lectores, puede conseguirse prácticamente en cualquier esquina. Basta preguntar por una edición decorosa de sus escritos políticos para llevarse un manjar de buena lectura.
Los géneros que con mayor excelencia cultivó Bolívar fueron el discurso y la carta. De hecho, la mayoría de sus escritos políticos pertenecen a una de estas dos categorías. También escribió algunos versos, pero mi opinión es que le iba mucho mejor con la oratoria y la epístola.
¿Pasajes de degustación? Se me ocurren muchos, pero recordemos solo uno de cada uno de los géneros que hemos mencionado.
Empecemos con los discursos. A mí me conmueve profundamente la condena de la esclavitud que hizo Bolívar en su discurso para el Congreso Constituyente de Bolivia en 1826: “Legisladores, la infracción de todas las leyes es la esclavitud. La ley que la conservara sería la más sacrílega. Mírese este delito por todos sus aspectos, y no me persuado de que haya un solo boliviano tan depravado que pretenda legitimar la más insigne violación de la libertad humana. ¡Un hombre poseído por otro! ¡Un hombre propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como el bruto!...”.
Y en el género de las cartas, me produce especial impresión aquella que escribió Bolívar al general Juan José Flores pocos días antes de morir en 1830. Impresiona por el amargo desconsuelo que transmite: el hombre que ha recorrido media América a caballo luchando contra el imperio español, aquel que desde muy joven se privó de su opulenta vida para construir una nueva república en la América liberada, se enfrenta ante la catástrofe de su proyecto: “Usted sabe que yo he mandado veinte años, y de ellos no he sacado más que unos pocos resultados ciertos: 1º, la América es ingobernable para nosotros; 2º, el que sirve a una revolución ara en el mar; 3º, la única cosa que se puede hacer en América es emigrar…”. Bolívar pasa a decir que la nueva república “…caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada…”, y que nuestro desastre será tanto que ya ni siquiera seremos apetecibles para los imperios: “…devorado por todos los crímenes y extinguido por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos”.
Es esta entonces una invitación: al disfrute literario que produce la escritura de Bolívar, y a la reflexión histórica y política que se puede hacer a partir de su afortunadamente accesible obra.
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