Al Margen
La aldea de las brujas
18 de Septiembre de 2012
En unas chozas sin agua ni luz viven cerca de 1.000 mujeres acusadas de brujería en Ghana. A más del 70 % de ellas, en su mayoría ancianas, se les atribuye la muerte de sus maridos, causada, según dicen, por alguna suerte de hechizo.
Kukuo es uno de los seis campamentos a los que, desde hace más de 100 años, van a parar estas mujeres, para evitar que las linchen. Allí, son sometidas a rituales de limpieza o exorcismo, que realizan los líderes de la comunidad, con el fin de proteger la integridad de los vecinos.
Una de estas supuestas brujas, Samata Abdulai, de 82 años, llegó a la aldea tras ser acusada de la muerte de su sobrina, a la que, presuntamente, le había hecho un maleficio. “Estaba confundida y muerta de miedo, porque sabía que era inocente (…). Pero sé que una vez que la gente te llama bruja, tu vida está en peligro”, afirmó Abdulai, en un reportaje publicado recientemente por la BBC.
El temor no es infundado: hace unos años, cinco mujeres fueron asesinadas a golpes por, supuestamente, haber causado una epidemia de meningitis. De hecho, es común que en esta región africana se le atribuya a la brujería toda clase de enfermedades y desastres naturales. Incluso, el entrenador de la selección de fútbol de Ghana, Goran Stevanovic, culpó a este tipo de prácticas de la eliminación de su equipo de la Copa Africana de Naciones, jugada a comienzos del año.
Pero el asunto parece ser más de fondo. Se dice que las acusaciones de brujería contra las viudas ghanesas no son más que un pretexto para que terceras personas tomen el control de sus bienes.
La académica Dzodzi Tsikata, de la Universidad de Ghana, le explicó a la BBC que campamentos como el de Kukuo son “una manifestación dramática del estatus de las mujeres” en ese país. “Las mujeres más viejas se vuelven un blanco, porque ya no son más útiles para la sociedad”, agregó.
La misma suerte pueden correr las mujeres que no cumplen con las expectativas sociales. “Se espera que las mujeres sean sumisas. Por eso, cuando una empieza a expresar su punto de vista o a tener éxito, la gente asume que está poseída”, afirma Lamnatu Adam, del grupo de defensa de los derechos de la mujer Songtaba. Y si son extrovertidas, ese hecho también puede ser interpretado como un síntoma de posesión espiritual.
Para probar su inocencia, las acusadas son sometidas a un excéntrico ritual: un sacerdote sacrifica un pollo ofrecido por la presunta bruja, cortándole el pescuezo. Si el animal cae de espaldas, la mujer es inocente. En caso contrario, es obligada a beber la sangre del pollo y a comer sesos de mono y tierra. Si durante los siguientes siete días el estómago aguanta, habrá superado la segunda instancia. Si no, debe repetir el suculento plato, a manera de recurso de casación.
Las autoridades de Ghana consideran que los refugios para brujas son una mancha a la reputación del país, y afirman que tomarán medidas para eliminarlos. La promesa no es nueva: hace unos años, durante el gobierno de Jerry Rawlings (1993 - 2001), se anunció que el estigma de bruja sería prohibido por ley.
Nada de eso sucedió. Abdulai, su hermana, su madre y su abuela tuvieron que soportarlo con todo rigor. Hoy, las dos primeras viven en el destierro, lejos de los suyos y sin posibilidades de volver.
(Fuente: BBC)
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