Et cetera / Verbo y Gracia
‘Habeas data’
19 de Agosto de 2015
Fernando Ávila
Pregunta: ¿Finalmente cómo se debe escribir hábeas data o habeas data?, Luisa Orejuela C.
Respuesta: La Ley Estatutaria 1266 del 2008, conocida como Ley de Hábeas Data, usa la locución hábeas data como forma española, con tilde, y en redonda, tal como se hacía hasta hace poco con esta y otras expresiones latinas, como in memóriam, sub iúdice, delírium trémens, y como se puede ver aún del Diccionario de la lengua española, DILE, edición en línea del 2001.
Sin embargo, la Ortografía de la lengua española, 2010, establece que los latinismos se escriben ahora en cursiva y sin tilde española, in memoriam, sub iudice, delirium tremens, como los demás extranjerismos (show, del inglés; impasse, del francés, o pizza, del italiano). Por eso, habeas corpus figura en la edición del 2014 del DILE en cursiva y sin tilde, por lo que su derivado, habeas data, debe escribirse con esas mismas características.
La muchacha
Pregunta: ¿Empleada del servicio doméstico, empleada del hogar, muchacha del servicio, sirvienta…? ¿Cómo llamar a estas mujeres para quienes el Estado viene buscando mejores condiciones laborales?, Lola Jaramillo Rodríguez.
Respuesta: El Ministerio del Trabajo considera como trabajador del servicio doméstico a todo el personal que labora para un hogar, lo que incluye choferes, jardineros y cuidadores de fincas. Desde luego, la trabajadora doméstica por antonomasia es la empleada del servicio.
Son numerosos los nombres que ha recibido esta profesión: criada, porque los pobres entregaban a sus crías a los ricos, para que las criaran y en compensación fueran sus servidoras (criadas); fámula, pues la palabra familia (del latín famulus) se aplicó en primera instancia al conjunto de esclavos de una casa; mucama, del angoleño mukama, referida inicialmente a la esclava amante de su señor, pues buena parte de las esclavas fueron traídas de Angola; nana, cuyo origen se pelean el inglés nanny (‘niñera’), el francés nana (‘chica joven’), el quechua ñaña (‘hermana mayor’), pero puede ser simplemente una expresión cariñosa, similar a nene o nena…
En algunas casas españolas se le decía doncella, diminutivo de domina, ‘señora’, por ser la que ayudaba a la señora de la casa. Se supone que la doncella era ‘virgen’, otro significado de la misma palabra, pues se trataba generalmente de una mujer joven, interna, dedicada exclusivamente al servicio de su ama. En otros lugares, se usa camarera, porque atiende la cámara (habitación principal) y las recámaras (habitaciones secundarias).
El nombre más preciso pero a la vez más crudo es sirvienta, femenino de sirviente, participio activo del verbo servir. Hay que entender, en todo caso, que las palabras no tienen socialmente el valor que les da su etimología. No tienen la misma connotación sirvienta que servidora. Este último se aplica sin remilgos a las empleadas del Estado; aquel, a las trabajadoras del hogar. En una sociedad clasista, como la nuestra, finalmente, sirvienta resulta una palabra molesta, por decir lo menos.
En Bogotá se le ha dicho tradicionalmente muchacha a la empleada del servicio doméstico. Me parece un tratamiento bastante respetuoso e incluso cariñoso, aunque Andrés Ospina, autor del Bogotálogo, 2011, no lo ve así: “muchacha. Despectivo término utilizado por algunos miembros de la burguesía bogotana para referirse a las sufridas y mal remuneradas empleadas del servicio doméstico”.
En todo caso, si se trata de hablar de esta mujer en términos coloquiales, dentro de una conversación de amigas, no le veo ningún problema a llamarla muchacha, y si se trata de poner por escrito alguna doctrina sobre la entrañable trabajadora que cocina, lava, plancha y hace más vivible nuestro hogar, conviene escribir empleada del servicio doméstico.
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