Gente rara

Antonio Vélez

En 1897, el francés Ernest Duchesne, en su disertación para optar al título de médico, dio cuenta pormenorizada de las propiedades antibióticas de algunos hongos del pan, pertenecientes a la familia penicillium. En la disertación citó algunas pruebas exitosas realizadas con animales y se anticipaba la posibilidad de utilizar esta terapia en humanos. En una serie de meticulosos experimentos, Duchesne estudió la interacción entre la Escherichia coli y la Penicillium glaucum, mostrando que esta última era capaz de eliminar la primera en un cultivo que contuviese solo estos dos organismos. Tal cosa ocurría 32 años antes de que Fleming descubriera la penicilina. La tesis doctoral de Duchesne fue la primera investigación sobre las posibilidades terapéuticas de los mohos debido a su actividad antimicrobiana, un trabajo trascendental en la cultura humana, pero, quizá por ser un desconocido, y muy joven, apenas 23 años, no encontró respuestas en la comunidad científica.

Desengañado, después de prestar el servicio militar, se olvidó de los mohos y nunca jamás volvió a su investigación. Tres años después fue enviado a un sanatorio en donde murió el 12 de abril de 1912, a la edad de 37 años. Duchesne fue reconocido póstumamente en 1949, cinco años después de que Alexander Fleming recibiera el Nobel. Fleming, persona noble, reconoció el mérito de Duchesne afirmando que mientras su descubrimiento de las propiedades antibacterianas del Penicilium fue producto del azar, el de Duchesne había sido fruto de una investigación metódica.

Srinivasa Ramanujan fue un prodigioso matemático hindú que murió tuberculoso a la edad de 36 años. Cuenta el matemático inglés G. H. Hardy que, en una ocasión en que visitó a Ramanujan en el hospital, se le ocurrió comentar en voz alta que el taxi en que había hecho el recorrido tenía las placas 1729, un número que para Hardy no presentaba características especiales. En pocos segundos Ramanujan descubrió que el número sí era muy interesante, dado que era el entero más pequeño que podía ser expresado como la suma de dos cubos, y de dos maneras diferentes: 12³ + 1³ y 10³ + 9³. Para Ramanujan, dicen, los números enteros eran casi sus amigos, y los podía distinguir individualmente, como un pastor distingue a sus ovejas. El caso Ramanujan lo resume un historiador de la siguiente manera: “Así, sin más ayuda que sus facultades, logró reproducir un fructífero medio siglo de matemáticas europeas. Sin duda, nunca había sucedido un hecho tan prodigioso en la historia del pensamiento”.

Grigori Yákovlevich Perelmán nació en 1966, en Leningrado, y es un matemático que ha hecho históricas contribuciones, amén de ser un virtuoso del violín. En particular, Perelmán ha logrado resolver la famosa Conjetura de Poincaré, propuesta en 1904 y considerada una de las cuestiones matemáticas más importantes y difíciles de demostrar. En el 2006 se le otorgó la Medalla Fields, el equivalente al Nobel de Matemáticas, por sus contribuciones a la geometría y por “sus ideas revolucionarias en la estructura analítica y geométrica del flujo de Ricci”. Sin embargo, no asistió al congreso y no recibió el premio. En marzo del 2010, el Instituto de Matemáticas Clay le otorgó el primer premio de los llamados Problemas del Milenio, cada uno de un millón de dólares, por la solución de la conjetura de Poincaré. Después de rechazar el premio, declaró: “No quiero estar expuesto como un animal en el zoológico. No soy un héroe de las matemáticas. Ni siquiera soy tan exitoso. Por eso no quiero que todo el mundo me esté mirando”.

Según una entrevista reciente, Perelmán está actualmente desempleado, vive con su madre, Lubov, en un pobre apartamento en San Petersburgo, desengañado de las matemáticas. La última noticia que se tiene de él es una foto tomada el 20 de junio del 2007 en el metro de San Petersburgo. Una persona rara, no hay duda.