Cultura y Derecho
Filosofía: clásicos deliciosos
07 de Julio de 2015
ANDRÉS MEJÍA VERGNAUD
andresmejiav@gmail.com / @AndresMejiaV
La Filosofía tiene la inmerecida reputación de ser una disciplina cuyos textos son incomprensibles, difíciles y aburridos; para usar la expresión coloquial, es usual imaginar que los libros de filosofía son “ladrillos”.
No vamos a negar que algunos textos de esta disciplina distan de ser lectura amena. Ser y tiempo, de Heidegger, o Fenomenología del espíritu, de Hegel, son obras de inmensa importancia por su aporte conceptual, pero su lectura es tal vez únicamente indicada para el profesional, y difícilmente en ella se buscaría deleite literario.
No todos los casos son así. Con el ánimo de invitarlos a que tomen en sus manos algunos de ellos, ofreceré a continuación una pequeña selección personal de obras filosóficas cuyas puertas fácilmente se abren al no especialista, y en las cuales, además del placer intelectual, se puede encontrar una buena experiencia literaria. Esto, claro, es cuestión de gustos, y seguramente habrá muchas otras selecciones posibles. Presento entonces la mía:
Critón, de Platón. Aquel gran filósofo era además un gran escritor, que redactó sus obras en la cautivadora forma del diálogo. Hay diálogos platónicos que tal vez no entrarían en la selección (ej: Timeo), pero Critón, del cual ya hemos hablado aquí, es una fascinante exploración de los fundamentos de la obediencia política, en vísperas de la ejecución de Sócrates.
República, del mismo autor. La gran obra en la que Platón expone, desde temas políticos, hasta su teoría sobre lo que existe y lo que vemos. Mucho más extenso que Critón y mucho más rico en temas.
Meditaciones, de Marco Aurelio. Tal vez el único filósofo emperador, Marco Aurelio escribió uno de los clásicos del estoicismo, aquella filosofía griega que se hizo inmensamente popular en la Roma antigua, y que, de todas las tradiciones filosóficas occidentales, es la que más toca aspectos prácticos del vivir cotidiano. Los romanos encontraron en el estoicismo una filosofía de autosuperación, escrita, no por charlatanes como la de hoy, sino por filósofos y hasta emperadores.
Meditaciones filosóficas, de Descartes. Uno de mis favoritos. Originalmente llamado Meditaciones de filosofía primera, el fundador de la filosofía moderna desarrolla en ellas una especie de monólogo muy personal, donde él mismo describe el camino que lo lleva de la duda al escepticismo, y luego a la gradual reconstrucción del conocimiento. Y todo empieza con la consigna de la modernidad: no aceptaré ninguna creencia que no pueda soportar la prueba de la duda. Todo, de nuevo, relatado como una experiencia personal del autor.
Investigación sobre el entendimiento humano, de Hume. Este filósofo escocés fue, no solamente genial, sino profundamente revolucionario: expuso los límites de las capacidades humanas, y sentó las bases para entender de allí en adelante nuestra capacidad de conocer y entender el mundo. Este libro tuvo el propósito de popularizar sus ideas, expuestas antes en su Tratado de la naturaleza humana.
Ensayo sobre el origen de las desigualdades, de Rousseau. Estrella de la filosofía política, Rousseau es más conocido por su importantísimo Contrato social. Rousseau llevó una vida muy activa y agitada, era un ensayista muy polémico, ganador de premios en su época. De esa cosecha mi favorito es el Ensayo sobre el origen de las desigualdades. Y lo es por su estilo, por su carácter polémico, mas no por sus ideas con las que no concuerdo.
¿Qué es la Ilustración?, de Kant. Difícil creer que el autor de la árida Crítica de la razón pura produjese una obra capaz de originar entusiasmo. Pues este breve ensayo lo es: pocas obras causan tanto ánimo en el lector; pocas obras producen la sensación de haber quedado con los ojos abiertos. Este llamado a pensar, y a pensar por uno mismo, es una lectura indispensable.
Investigaciones filosóficas, de Wittgenstein. No es una obra a la que sea recomendable ingresar sin una contextualización previa. Pero una vez en ella, el lector se encontrará frente a las ideas del filósofo así como ellas salen de la mente: auténticas, con vigor y con algo de desorden. Tanto así, que la obra no tiene la estructura usual de contenido que se encuentra en un libro filosófico. Es una extensa y animada conversación.
Termino con unos comentarios: Todo Nietszche: además de gran filósofo es una de las cumbres de la literatura. Muchos habrían incluido en esta selección las Confesiones, de San Agustín: indudablemente valiosa desde el punto de vista literario. Y, naturalmente, como sucede con toda selección, muchas buenas obras quedan en el tintero.
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