Cultura y derecho
Fichte, descubridor de la subjetividad (XXVI)
10 de Agosto de 2012
José Arizala |
El filósofo Peter Sloterdijk (1947) inicia un breve ensayo (Temperamentos filosóficos, Siruela, 2011) sobre Johann Gottlieb Fichte con esta inquietante frase: “La filosofía es una empresa estéril si no se acompaña de un despertar de la totalidad del ser humano”. Sloterdijk condensa así la tarea filosófica de Fichte y agrega que entre los filósofos de la Edad Moderna – a excepción de Martín Heidegger – ninguno ha enseñado esa visión con tanto ímpetu y con principios tan profundos.
Logra producir un cambio brusco, transformador en tu vida, al deshacerte de la creencia en el predominio de los objetos que están “enfrente y fuera de él”, sustentado en la idea moderna de Libertad, convirtiéndose Fichte en maestro del idealismo en la época burguesa. De esta manera encuentra y profundiza en la nueva doctrina de la subjetividad que todo lo transforma.
Subjetividad implica decisión, acción, lucha, incluso enfrentamiento, como lo demuestra Fichte con la fuerza de su discurso ante las tropas francesas de ocupación, al pronunciar en Berlín sus Discursos a la nación alemana, poniendo en peligro su propia vida. El ensayista afirma que si “Bonaparte había aparecido en el escenario mundial como fundador de un imperio burgués, Fichte fundó en cambio su mundo intelectual sobre el escenario de las ideas”.
Fichte comienza, pues, su doctrina destacando la existencia en el hombre de una poderosa intuición intelectual, del yo, que hace de él un ser activo, creador, productor, que inevitablemente lo enfrenta al no yo, es decir, al objeto. Pero su concepción de la acción y de la práctica no es materialista, sino idealista. Para él el materialista va del ser a la conciencia, mientras el idealista tiene el punto de vista opuesto: o sea que parte de la conciencia al ser.
¿De dónde surge ese poder de la existencia humana? De lo absoluto. El yo es el principio absoluto, de lo cual se deriva el sí mismo y el contenido del universo, representándoselo como un producto, concepción que es compartida por los pensadores que conforman la filosofía clásica alemana. A pesar de su idealismo, Fichte le da primacía a la práctica sobre la razón teórica, lo que lo lleva en un comienzo a simpatizar con la Revolución Francesa. Critica el régimen feudal de la Alemania de su tiempo, el atraso político de la burguesía y al mismo tiempo lucha por la unidad nacional. Estas y otras posiciones le imponen como tema principal proclamar a la ciencia como “la ciencia de las ciencias” y a la filosofía como el fundamento de todo saber, de la cual se pueden deducir los principios fundamentales de las ciencias especiales. En la segunda parte de su filosofía Fichte se torna muy abstracto y difícil, hasta el punto que se siente obligado a escribir un libro para explicarla al amplio público.
Fichte nace en 1762 en el seno de una familia campesina. Afortunadamente logra estudiar y en 1794 ocupa la cátedra de filosofía en la Universidad de Jena, hasta 1799 cuando es expulsado de ella, acusado de ateísmo, no antes de formular la tesis de la primacía del pueblo sobre el Estado. En 1813 se hace soldado en la guerra contra Napoleón y muere al año siguiente en un hospital militar.
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