Al Margen
Fallo cardiaco
26 de Mayo de 2015
Dicen que lo mató el exceso de trabajo. Que su compromiso con la administración de justicia era tan fuerte, que laboraba hasta altas horas de la noche, e incluso de la madrugada, con tal de no dejar asuntos pendientes en su despacho. Como presidente de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Sevilla, el magistrado Joaquín Sánchez Ugena superó la media de procesos evacuados por sus colegas: en el 2012, por ejemplo, decidió 434 expedientes, frente al promedio de 390 que registraron los otros despachos.
Eso, al parecer, lo fue llevando de a poco al final de sus días. El 8 de mayo del 2014 (día de feria en Sevilla), Sánchez regresó a su casa, a las 3:30 p.m. Luego de estudiar un recurso de apelación, se fue a descansar, aquejado por una hernia lumbar. Esa noche, falleció de un infarto.
En días pasados, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía le pidió al Consejo General del Poder Judicial español que reconozca que la muerte del magistrado se debió a la presión laboral que soportaba. Según esa corporación, Sánchez, de 67 años, murió como consecuencia de “la ansiedad, la depresión, el estrés psicosocial y, sobre todo, el estrés producido por una inmensa carga de trabajo”, lo que se sumó a “su personalidad exigente y, especialmente, responsable”.
En opinión de los jueces españoles, la carga de trabajo es “brutal”. De acuerdo con el diario El País, durante el 2014 ingresaron más de 7.600 asuntos a las secciones de lo penal de la Audiencia de Sevilla, es decir, unos 410 expedientes por magistrado, cifra que supera la recomendación de procesos por despacho establecida por el Poder Judicial: entre 264 y 316 expedientes. De hecho, esa comunidad autónoma tiene la tasa de litigiosidad más alta de España: 218,2 asuntos por cada 100.000 habitantes, frente a 185 del total español. Los datos refuerzan el alegato del tribunal andaluz, que también pidió una pensión extraordinaria a favor de la viuda de Sánchez, por la mortal enfermedad profesional que este habría sufrido.
Claro que si de cargas laborales se trata, las cifras de España contrastan con los indicadores de justicia en Colombia. Según cálculos de la Corporación Excelencia en la Justicia, hechos con base en información del Consejo Superior de la Judicatura, la tasa de litigiosidad en el año 2013 fue de 4.373 ingresos por cada 100.000 habitantes. Los despachos, ese mismo año, reportaron una productividad de 480 egresos efectivos por juez; una media superior a la recomendada por las autoridades judiciales españolas, que pondría a pensar seriamente en la salud de nuestros administradores de justicia.
Ahora, hay que tener en cuenta que en lo que respecta a Colombia, los magistrados tienen derecho a cinco días de permiso remunerados, para dedicarse a otras actividades, como la docencia. Beneficio que, según reportes de prensa, algunos togados han hecho coincidir con periodos de vacaciones, como la Semana Santa, e incluso con días de permiso correspondientes a otro mes, completando hasta 15 días de descanso (permiso), adicionales a la vacancia judicial de diciembre, al día de la Rama Judicial y a los 14 festivos del resto del año. Tiempo suficiente, pensaría uno, para descansar de semejante carga.
Con todo, sería atrevido negar los niveles de estrés a los que están sometidos los jueces colombianos por sus ocupaciones laborales. Por supuesto, no son pocos los que, como Sánchez Ugena, creen que una respuesta oportuna a las demandas ciudadanas es fundamental para garantizar el acceso efectivo a la administración de justicia, aun en detrimento de su salud física y mental. El esfuerzo solo vale la pena, si no se pierden de vista las consecuencias.
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