Curiosidades y…
Ensayo y error
08 de Junio de 2017
Antonio Vélez M.
Un procedimiento heurístico que en muchísimas ocasiones resulta exitoso para resolver problemas o para ejecutar una tarea por primera vez es el llamado método de ensayo y error o, también, de prueba y error, nombre que le diera el sicólogo norteamericano Edward Thorndike, quien lo introdujo como un método de solución. El procedimiento consiste en ensayar una alternativa y verificar si funciona. En caso afirmativo, se tiene una solución; en caso contrario, se intenta una alternativa diferente. En general, ensayamos una a una las diferentes alternativas de solución que tengamos a la vista y vamos eliminando las que resulten fallidas, o ensayamos aproximaciones sucesivas hasta alcanzar el blanco, o probamos hipótesis y fallamos. Probamos y corregimos. A veces intentamos soluciones aproximadas, que luego mejoramos y vamos acercando a la meta. No es raro que, en alguno de los ensayos, el azar colabore con nosotros.
El procedimiento anterior se suele complementar con el llamado principio del progreso, que consiste en guiarnos durante los ensayos por criterios que nos permitan saber cuándo se han logrado progresos en la solución. Marvin Minsky, investigador del Massachusetts Institute of Technology, MIT, llama a este procedimiento método del rompecabezas, y advierte que con este podemos resolver un problema, si tenemos manera de saber cuándo nos hemos acercado a la solución.
Anotemos que el ensayo y error es la técnica de aprendizaje más extendida y natural, y la más antigua en la historia de la evolución. En los laboratorios de investigación es el pan de cada día y el origen de muchos descubrimientos. Los niños pequeños lo usan de manera espontánea para evitar accidentes: si por casualidad tocan un objeto muy caliente, aprenden y no lo vuelven a hacer. Y basta a veces una sola lección.
Los animales también resuelven problemas por ensayo y error, a ciegas, sin usar criterios de aproximación y, por ende, muy costosos en tiempo, y no disponen de otra alternativa. Encerramos un mono en una jaula y ponemos comida en una caja tapada. El animal, atraído por el olor e impulsado por el hambre, actuará con insistencia sobre la caja hasta que, por azar, en uno de los intentos mueve una palanca y se abre la caja. A partir de ese momento luminoso, el cerebro del mono comienza a crear una asociación entre el movimiento afortunado de la palanca y la retribución alimenticia. Así, en la siguiente ocasión en que se repitan las condiciones anteriores, el animal encontrará la solución con mayor rapidez. Después de varias repeticiones, el mono acabará aprendiendo que si quiere comer, debe mover la palanca. Vale la pena destacar que, en este aspecto, los animales a veces nos superan: si la experiencia vivida después de mover la palanca es desagradable, el mono no repite, pero muchos de nosotros sí volvemos a repetir experiencias dolorosas, y juramos que no más, pero… a veces caemos de nuevo en la trampa, o en la tentación.
Una ecuación algebraica la podríamos resolver por ensayo y error, para lo cual bastaría que ensayáramos algunos valores para la incógnita y elimináramos aquellos que nos sitúen muy lejos de la igualdad buscada. Luego, tomamos la mejor solución obtenida y, después de hacerle un cambio que a nuestro juicio la sitúe más cerca del valor correcto, repetimos con ella el proceso. Y así continuamos, ensayando y modificando, hasta quedar satisfechos con la solución de ese momento. Y si se trata de un problema que involucre elementos físicos, manipulamos los objetos, probando múltiples combinaciones. Digamos que este es el recurso usual para resolver rompecabezas mecánicos, y es utilizado hasta por los animales para salir de un laberinto o de un encierro, para abrir compuertas o para superar obstáculos.
El ensayo y error es simple, pero costoso en tiempo, poco eficiente; sin embargo, lo podemos usar a pesar de nuestra ignorancia sobre el tema particular. El método tiene varias limitaciones: no siempre nos dice por qué funciona la solución obtenida, lo que es importante para entender el proceso y descubrir leyes de mayor cubrimiento; no es generalizable de tal modo que nos sirva para resolver otros problemas; no permite hallar otras soluciones, en caso de que el problema lo permita, y no siempre se llega a la mejor solución, en caso de que existan varias. Pero es mejor algo que nada.
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