Et cetera / Verbo y Gracia
Enrabiado
29 de Octubre de 2015
Fernando Ávila
Preguntas: 1. El Fiscal General dijo que el senador Uribe estaba “enrabiado”. 2. Un periodista de televisión dijo “en las legumbrerías”, refiriéndose a los locales donde venden frutas y legumbres. ¿Son correctos esos términos?, Marcial Bedoya Solarte, Pasto.
Respuestas: 1. Enrabiado es adjetivo, que corresponde al participio del verbo enrabiar, sinónimo de encolerizar, verbo que significa ‘hacer que alguien se ponga colérico’, entendiendo por cólera, ‘ira’, ‘enfado’, ‘enojo’. 2. Legumbrería no está registrado como tal en el Diccionario de la lengua española, pero sí el sufijo -ería que señala ‘oficio o local donde se ejerce’, como conserjería, fumistería, sastrería. De donde legumbrería, podríamos decir, es palabra bien formada a partir de legumbre y el sufijo -ería, para referirse a ‘tienda de legumbres’. De hecho, en Medellín hay un prestigioso restaurante llamado La Legumbrería. Por otra parte, en Venezuela se llama legumbrera la ‘fuente donde se sirven las legumbres’.
Aun y aún
Pregunta: ¿Cuál es el uso correcto de aun, sin tilde, y aún, con tilde?, Luis Felipe Echeverri-Cataño, Pereira.
Respuesta: Aun, sin tilde, es preposición, equivalente a ‘hasta’ o ‘incluso’, “Vinieron todos, aun los que vivían más lejos”, o forma parte de la conjunción adversativa aun cuando, equivalente a aunque, “Aun cuando no tenía ahorros, la llevó de luna de miel a Hawái”. Y aún, con tilde, equivale a ‘todavía’, “Aún no ha llegado el vuelo”.
Autobiografía
Pregunta: Quiero escribir mi biografía, pero no soy escritor. ¿Qué hago?, G. H. T., Bogotá.
Respuesta: Redactar la autobiografía se convierte a veces en una necesidad. Se siente la urgencia de dejar un registro escrito de lo que vivimos, de lo que hicimos y de lo que dejamos de hacer. Sicólogos y gurúes aconsejan escribir la autobiografía como forma de sanación y de prevención de senilidad. Algunos quieren hacer ese trabajo para sí mismos; otros para Dios; otros, para los demás. Eso ha originado diversas formas de autobiografía, como las memorias, las confesiones, el diario íntimo, y más allá, la novela biográfica.
Frank McCourt lo hizo cuando ya estaba jubilado. Nos dejó una trilogía que comenzó con Las cenizas de Ángela, continuó con Ajá, sí lo es, y terminó con El profesor, para recordar su época de ladronzuelo en Nueva York, la etapa de frío y pobreza en Limerick y sus años de soldado y de profesor. Le salió tan bien que convirtió sus libros en superventas. Su historia fue llevada al cine. María von Trapp puso por escrito su huida del nazismo, y le quedó tan supremamente bien que inspiró dramas teatrales, revistas musicales y películas, la más conocida de las cuales es La novicia rebelde.
La pintora colombiana Emma Reyes le escribió 23 cartas al maestro Germán Arciniegas, para contarle sus recuerdos de niña en los barrios bajos de Bogotá, el abandono de sus padres y su vida de interna en un orfanato del que un buen día logró escaparse. Hace apenas tres años esas cartas de convirtieron en el superventas Memoria por correspondencia. La madre Consuelo (más que escribió) dictó sus recuerdos como estudiante, monja, líder de Golconda, guerrillera, activista social y produjo otro superventas, La búsqueda. Incluso grandes escritores, que se nutren de sus propias experiencias para sus obras de ficción, terminan haciendo su autobiografía. Basta recordar Vivir para contarla, de Gabriel García Márquez, o Hot sur, de Laura Restrepo, por mencionar un par de casos colombianos.
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