En la Ventana
El velo que los divide
06 de Mayo de 2010
Cristina Castro Especial para ÁMBITO JURÍDICO
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Desde que en el 2004 Francia prohibió el velo islámico en las escuelas, la discusión sobre la laicidad del Estado, la libertad de culto y la integración social ha sido un debate encendido en todas las ramas del poder público. Un nuevo capítulo comienza ahora que el Consejo de Estado descartó extender esta prohibición a los lugares públicos.
Invocando la interpretación del preámbulo de la Constitución, el consejo afirmó que el Estado no debe indicarles a los adultos lo que es la dignidad. Una interpretación acorde con la jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos que, por ejemplo, en casos de sadomasoquismo, ha primado el consentimiento sobre las consecuencias de los hechos.
Sin embargo, la autoridad judicial dejó abierta la posibilidad de que los alcaldes reglamenten la medida en situaciones que amenacen el orden público y la seguridad nacional. La decisión no puede ser más cuestionable. Mientras la prohibición del porte de la burqa y el niqab se había construido bajo la idea de proteger los derechos de las mujeres, hoy su desarrollo administrativo se discute bajo la premisa de que permite el fraude a la seguridad social y atenta contra la seguridad de las ciudades.
Quienes se oponen a la medida recuerdan que la prohibición en las escuelas no hizo que las niñas fueran más libres sin el velo, sino simplemente que a muchas las retiraran del sistema escolar. Una reacción similar se espera si esta prohibición se extiende al metro, los museos, los parques, entre otros. Imponer la laicidad puede también tener consecuencias perversas.
La prohibición del velo encarna hoy el símbolo del debate de un Estado occidental laico, al lado de la prohibición de los crucifijos en las escuelas y de la construcción de mezquitas. No hay duda de que este será un tema obligado de los líderes mundiales.
El presidente Obama en un intento por reconquistar a los musulmanes señaló en El Cairo que los países occidentales no debían entrometerse en la vestimenta de las mujeres. Esta frase de campaña puede explicar que la estrategia de Europa sea encargarle el tema, por debajo, a las administraciones locales. Ya lo habría dicho bien Sarkozy cuando su par estadounidense visitaba Caen, “en la cuestión del velo islámico, estoy totalmente de acuerdo con el discurso del presidente Obama”.
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