Verbo y Gracia
El tuteo
22 de Junio de 2016
Fernando Ávila
La lección emblemática de periodismo dice que noticia no es cuando un perro muerde a un hombre, sino cuando un hombre muerde a un perro. Así lo oímos y lo repetimos de generación en generación. Como toda frase hecha, esta vale por sí misma, como concepto, pero nadie esperaba que tal caso se diera en la vida real. ¡Y ha sucedido, señores! La semana pasada la prensa informó en titular destacado “Un hombre mordió a un perro”.
En el cuerpo de la noticia vienen los absurdos que corresponden al título: borrachera, mordisco, juicio y posibilidad de cárcel por tres años para el autor del tarascazo que convirtió la frase didáctica en hecho real.
No esperaba vivir para ver que una frase exclusivamente creada para enseñar se convirtiera algún día en realidad. Tampoco esperaba ver que se corrieran las barreras infranqueables entre información y opinión (“Los hechos son sagrados”, rezaba el principio), ni mucho menos que llegaría el momento en que se usara el tuteo, que finalmente es el tema que quiero desarrollar en este artículo.
Pues bien, uno de los principios irrenunciables del periodismo era evitar el tuteo. Decía la lección que en la entrevista periodística había que acudir siempre al usted, así el entrevistado fuera su amigo de toda la vida, su cofrade o su mismo hermano. En la práctica nunca tuve problema con esta exigencia, pues el tuteo fue para mí segunda lengua. En mi casa de Bogotá, en los años 50 y 60 nunca se tuteó. El trato entre hermanos era de usted, y el tuteo se reservaba exclusivamente para las conversaciones con las chicas, género inexistente en mi colegio y de escasa aparición en mi casa y en mi barrio. Me decidí a tutear muy tarde, a los 16 años, cuando ya había terminado el bachillerato.
Fue en Incolda donde, dictando un curso de actualización en redacción periodística a comunicadores de Editora Cinco, oí por primera vez el tuteo en la redacción de alguno de los ejercicios que proponía. Mi alumna leyó con total desparpajo título, lid y cuerpo con ajustados tú, te y ti, gramaticalmente incontrovertibles, pero académicamente escandalosos. Sorprendido por dentro, pero sereno por fuera, como correspondía a mi investidura de conferencista empresarial, le pregunté a la autora en qué revista trabajaba, a lo que me respondió con el encanto de quien incumple las normas sin triunfalismos revolucionarios: “¡En la revista Tú!”.
Por supuesto, ya no hubo nada más que decir. Una información de la revista Tú, dirigida a quinceañeras, debe ir, por fuerza, redactada en segunda persona del singular, con todos los tú, te, ti, necesarios para llegar a ese sector que, hoy se sabe bien, es el más grande y respetable público del papel impreso. Las viejas teorías académicas empezaban a caer tan rápida y definitivamente como el Muro de Berlín.
Después de semejante lección, he visto crecer el tuteo en radio, televisión, blogs, libros, periódicos y revistas. Yamid Amat fue de los primeros que usó el tú, cuando de entrevistar a un estudiante, deportista o cantante se trataba. Ahora veo que César Augusto Londoño lo hace sin pestañear en Win Sports, en un programa que conjuga muy bien el tuteo con su pinta de camiseta, bluyín, tenis y chaqueta de paño rosado. Siguiendo el ejemplo de estos dos maestros, numerosos entrevistadores de otros medios hacen lo mismo.
El último rediseño del centenario periódico El Tiempo, tutea en los cabezotes: Debes saber, Debes leer y Debes hacer. En crónica de ese diario, María Angélica Correa, una de las voces más respetadas en el mundo periodístico actual, escribe así sobre la situación de Venezuela: “Te encuentras buscando en tu nevera casi vacía para saciar el hambre de quien un día te toca a tu puerta y te comenta con angustia: ‘¡Hoy me fui a un mercado bolivariano a las cuatro de la mañana y no encontré nada!”.
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