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Actualizado hace 6 minutes | ISSN: 2805-6396

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El poder de la ignorancia

17 de Enero de 2012

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Ilustración: Jorge Lewis

Hacía falta un estudio científico que confirmara las sospechas. La trillada frase de que el pueblo tiene los gobernantes que se merece debía tener alguna explicación sociológica, sicológica o patológica. ¿Por qué nos gobiernan quienes nos gobiernan? Sencillo: porque los individuos sin formación (o sin información, que viene siendo lo mismo) promueven el consenso.

 

Por lo menos a esa conclusión llegó un grupo de investigadores del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Princeton (EE UU), que estudió el comportamiento electoral de un banco de peces... Sí, de peces. De carpitas doradas, para ser más exactos.

 

El estudio partía de la premisa de que cuando un grupo debe tomar una decisión por consenso, los individuos más testarudos o dogmáticos pueden imponer su posición, aunque sean una minoría. Pero si dentro del grupo hay miembros no instruidos o desinformados, ese efecto se puede contrarrestar.

 

Los científicos, liderados por el profesor Ian Couzin, entrenaron a las carpas para moverse hacia un objetivo azul o hacia uno amarillo, y observaron cómo variaba su comportamiento cuando eran mezcladas con otros peces que no recibieron ninguna instrucción en particular.

 

Como, por naturaleza, las carpas se sienten atraídas por el color amarillo, las que fueron entrenadas para dirigirse hacia ese objetivo tenían una posición mucho más radical. Esa característica les permitió controlar el resultado,  

cuando fueron mezcladas con las entrenadas para dirigirse hacia el objetivo azul, a pesar de ser minoría. Pero al agregar un nuevo grupo de peces sin ningún entrenamiento, el poder de los radicales se debilitó y el control del resultado quedó en manos de las “mayorías azules”. cuando fueron mezcladas con las entrenadas para dirigirse hacia el objetivo azul, a pesar de ser minoría. Pero al agregar un nuevo grupo de peces sin ningún entrenamiento, el poder de los radicales se debilitó y el control del resultado quedó en manos de las “mayorías azules”.

 

Según Couzin, aunque tradicionalmente se ha creído que los sectores desinformados o ignorantes pueden ser fácilmente manipulados por las minorías radicales, lo cierto es que, al contrario, podrían provocar un resultado mucho más democrático. En otras palabras, aunque un pequeño grupo esté convencido de tener la razón, las mayorías saldrán ganadoras, gracias al apoyo que les brindarán los ignorantes.

 

Para Carl Begstro, profesor de la Universidad de Washington (EE UU), si bien la investigación de Couzin es un aporte importante en el estudio del comportamiento y la toma de decisiones de grandes grupos de animales, es necesario ser cautelosos, pues su comportamiento no se puede comparar con la forma en que los humanos tomamos las decisiones, por más animales que seamos.

 

“Nuestro modelo se refiere, exclusivamente, a una minoría empecinada que no cambia su opinión”… Pero, explicó, “no es una minoría que haga esfuerzo alguno por persuadir a otros, sino que mantiene inflexiblemente sus posiciones. Esto no es lo que ocurre normalmente cuando hablamos de sistemas de votación o de cómo funciona la democracia entre los humanos”.

 

¿Tendrá razón Begstro? A lo mejor en su contexto democrático sea acertado, o al menos prudente, su comentario. Pero, en el nuestro, sorprende ver cuánto tenemos en común con las carpas doradas… y no propiamente por preferir el amarillo.

 

(Fuentes: livescience.com y Efe)

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