11 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 4 hours | ISSN: 2805-6396

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Crítica Literaria


‘El monarca de las sombras’

18 de Julio de 2017

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Juan Gustavo Cobo Borda

 

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, España, 1962) vuelve a su pueblo natal para tratar de esclarecer la historia de su tío abuelo, Manuel Mena, que, partidario de la Falange, de José Antonio Primo de Rivera, moriría en la batalla del Ebro, en 1938, peleando a favor de las tropas de Franco y convirtiéndose en el héroe de la familia, cuyo recuerdo ha mantenido vivo la madre de Cercas.

 

Murió a los 19 años, era el tío paterno de su madre y nació en un pueblo donde “mil doscientas cinco almas se hacinaban en ciento ochenta y nueve casas lamentables” (p. 29). Pero ahora en ese pueblo que aún subsiste hay una placa que reza “Calle Alférez Manuel Mena” y una foto suya que Cercas observa todos los días desde su escritorio. Viste el uniforme de gala de Tiradores de Ifni, y cuando volvía al pueblo durante la guerra en que fue herido dos veces, un joven moro lo acompañaba como asistente. Uno de esos moros que Francisco Franco había incorporado a sus tropas desde África para derribar una república democráticamente elegida que venció a la monarquía y obligó al rey a exiliarse.

 

Pero lo inalterable era la pobreza y Cercas formaba parte de una familia de las que cortaban el bacalao, asumiendo que la Segunda República padeció desde su origen “el acoso inflexible de la oligarquía y la Iglesia católica”.

 

Todo esto se nos va develando en un fraternal y cómplice diálogo con el director David Trueba, que llevó a la pantalla Soldados de Salamina (2001) que, elogiada por Vargas Llosa, Susan Sontag, Doris Lessing y George Steiner, ha sido uno de los grandes sucesos editoriales, también sobre la Guerra Civil Española. Pero Cercas se halla más involucrado en esta ocasión, donde sigue con su habitual mezcla de documentos reproducidos en el libro, fotos, entrevistas con muy pocos sobrevivientes, pues ya casi 80 años después el olvido derrumba certezas y desdibuja recuerdos. 

 

Ya sea con Trueba, con su madre, o su mujer y su hijo, volverá a recorrer pasados, ruinas y, sobre todo, la crueldad de una contienda donde se cobraban venganzas, se hacían delaciones y el odio aprovechaba cualquier resquicio para irrumpir en las casas y llevarse a dar un paseo a quien nunca volverían a ver, salvo cuando era necesario enterrarlos.

 

Pero el libro termina por adquirir una dimensión más vasta y casi épica cuando reconstruye batallas de la guerra donde participó Mena, sea en Lérida, Bielsa o en las heladas cumbres de los Pirineos. O en la legendaria del Ebro, donde los republicanos hicieron su más dramático y costoso esfuerzo humano contra un cerco franquista que nunca quería sobrevivientes. Ciento quince días de combate. Quince mil republicanos y 10.000 franquistas muertos. Tal el saldo.

 

Allí también moriría Manuel Mena en una casa improvisada de hospital y donde atendieron antes a otros heridos, de mayor jerarquía militar, en medio de la precariedad de todo. Y allí llegaría Cercas con su madre para revivir aquello, ser fiel a los hechos que no tienen una sola lectura y proponerse escribir esta novela que implica una autobiografía y una reflexión honda sobre las grandezas y miserias de una guerra que aún no concluye. Este libro lo plantea con dolor y estupefacción tan logradas, pues es, ante todo, magnífica literatura.

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