Curiosidades y…
El meme Dios
30 de Junio de 2011
Antonio Vélez
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El concepto “meme”, creación de Richard Dawkins, sirve para referirse a un ente cultural que, al igual que los genes, se trasmite de un individuo a otro, a veces con mutaciones. También puede pensarse como una infección, cuando muestra mucha facilidad de transmisión. Así, es posible manejar la idea de Dios como un meme, especie de virus cultural, exitoso por cierto; esto es, contagioso. El meme presenta variedad de mutantes: Anahuac, Zeus, Brahma, Yahvé, Alá… La infección, por lo regular, ocurre durante la niñez, cuando aún no poseemos los anticuerpos apropiados, y perdura hasta la muerte, pues para el adulto “infectado” no se conocen “antibióticos” efectivos.
A muchos de sus portadores los vuelve irracionales, sin importar que se trate de personas de inteligencia superior. Las fallas se manifiestan cuando se toca el tema del meme, aunque es común que no afecte el razonamiento general. El adaptable virus exige adoración incondicional, y no permite dudar de su existencia, ni menos abandonar la creencia en él, so pena de pasar a la hoguera o ser lapidado. Asegura así su permanencia. El enfermo se cree dueño de la verdad, de portar el “meme verdadero”, y no duda en propagarlo. Es un meme evangelizador: una vez instalado en el cerebro hace que algunos portadores se conviertan en vectores de transmisión: misioneros, monjes, imanes, sacerdotes, pastores, rabinos…
El meme crea extensiones suyas, las religiones. Marrullas para conservar y difundir la infección. Enfundado en una religión particular, el meme Dios hace que los infectados crean en una vida posterior, en la que serán felices si adhieren a la idea del meme; mientras que a los escépticos los condena al fuego eterno. Y llega a producir alucinaciones: a algunos infectados se les “aparecen” las divinidades y les dictan mandamientos, los convierten en emisarios suyos. Otros se sienten iluminados por la gracia del meme y hasta hacen milagros.
Es el meme más rabioso y cruel que se conoce: modifica la corteza prefrontal y en algunos sujetos borra todo sentimiento de compasión. Los infectados consideran enemigos mortales a los portadores de cualquier variedad distinta de la suya, y no dudan en embarcarse en cruzadas sangrientas, en guerras santas, de exterminio contra aquellos que disienten, mientras predican la paz. La locura llega al extremo de ejercer violencia contra ellos mismos: algunos se autoflagelan, ayunan al extremo, se encierran en monasterios, hacen votos de castidad y de pobreza…
El meme Dios nos ha hecho perder dinero de manera escandalosa: se han invertido fortunas en iglesias, catedrales, sinagogas, mezquitas… Y se ha derrochado tiempo: largas horas de ocio dedicadas a la oración, a ceremonias y rituales. Son incontables los humanos que pasan sus vidas estudiando el meme, escribiendo sobre él, doctorándose en sus propiedades, leyendo a diario el mismo libro.
Durante 15 siglos, el meme se opuso al desarrollo científico en occidente, de tal modo que todo aquel que osara escribir algo sensato era enviado a la hoguera. Ha frenado el avance de la Medicina: se opuso a la vivisección y a las vacunas. Y ahora se opone a la investigación en células madre y a la reproducción in vitro. Se ha opuesto y lo seguirá, por muchos años, a la eutanasia y al aborto en casos más que justificados. Algunas subespecies del meme prohíben los métodos anticonceptivos y, con ello, contribuyen a expandir la población en un mundo que está repleto, destruido. Además, han llenado el mundo cultural de tabúes y prohibiciones: el sexo, el divorcio, el consumo de ciertos animales (vacas, cerdos, peces…) o, para vergüenza de la inteligencia, señala como materializaciones suyas a papiones, langures, ratas...
Pero no todo podía ser negativo: reconozcamos que en nombre del meme se ha hecho arte, música, literatura y arquitectura de la más alta calidad. Puntos a favor.
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