11 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 3 minutes | ISSN: 2805-6396

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Curiosidades y…


El lobo sapiens

11 de Julio de 2014

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 Antonio Vélez

Antonio Vélez

 

 

 

 

 

Ha pasado a la historia de la violencia en el deporte el mordisco salvaje de Mike Tyson. Como es bien sabido, durante una pelea por el título mundial de los pesados, Tyson le arrancó un pedazo de oreja a su contendor, Evander Holyfield, que luego escupió sobre el ring. La acción le costó la pelea, la descalificación y la pérdida de la licencia para boxear.

 

Antonio Julio de La Hoz fue un buen futbolista que militó en el Santa Fe. En un partido del torneo local, De La Hoz fracturó de una patada salvaje a José Cativiela, jugador del Once Caldas. Carlos Arturo Rueda, el mejor locutor deportivo del momento, describió con palabras de rechazo la acción alevosa del jugador. Días más tarde, el futbolista buscó al locutor y le propinó una fuerte golpiza. De ese momento en adelante, Carlos Arturo nunca volvió a mencionar en sus transmisiones el nombre del jugador.

 

Luis Moreno, jugador panameño al servicio del Junior de Barranquilla, pateó una lechuza que se posó, herida, en el campo de juego, acción por la que recibió dos partidos de suspensión, multa en efectivo y una sanción moral de los hinchas.

 

En las eliminatorias para el Mundial Italia 90, jugaban Chile y Brasil en el Maracaná. Brasil ganaba 1 a 0 cuando fue lanzada una bengala desde la tribuna próxima a la portería custodiada por el chileno Roberto Rojas. El partido se suspendió pues Rojas quedó tendido en el suelo, manando sangre de la frente. Los jugadores chilenos, indignados, abandonaron el campo. Esa misma noche la Embajada de Brasil en Chile fue apedreada. Más tarde se descubrió que todo era un engaño del arquero quien, con un bisturí que llevaba escondido, se había cortado en la frente, buscando que el partido se suspendiera y se jugara en una plaza neutral. Rojas fue suspendido por la FIFA a perpetuidad, aunque en el 2000 recibió una amnistía luego de que el jugador reconociera su falta.

 

El portugués alias “Pepe”, defensa del Real Madrid, en un partido contra el Getafe, dio una fuerte patada a Casquero, uno de sus jugadores, a continuación le propinó otra patada en la espalda, estando el agredido en el suelo, y lo pisó en el pecho. Diez fechas de sanción recibió Pepe por sus actos.

 

El francés Zinedine Zidane, durante la final del Mundial 2006 de Alemania, se despidió de su hinchada propinándole un cabezazo en el pecho al italiano Marco Materazzi, quien en ese momento lo hostigaba tirándole de la camiseta y provocándolo con insultos. Zidane perdió la paciencia y eso le costó la expulsión.

 

Los mordiscos en el futbol no han sido escasos. Por la Copa Libertadores, en el 2012, el brasileño Emerson, del Corinthians, mordió la mano al chileno Matías Caruzzo. Y Oliver Kahn, portero del Bayern Múnich, en 1999 mordió a Heiko Herrlich, jugador del Borussia Dortmund.

 

Las acciones violentas de Luis Suárez, “Hanibbal” Suárez, jugador de la selección de Uruguay, y además su goleador, le dieron siete partidos de suspensión en el 2010 por morder en el hombro a Otman Bakkal; luego, en el 2013, recibió 10 fechas de suspensión por morder en un brazo a Branislav Ivanovic, y ahora, en el mundial 2014, ha recibido nueve fechas por morder en la espalda al italiano Giorgio Chiellini. Pero sus actos violentos van más atrás: un puñetazo a Gonzalo Jara, jugador de Chile, tras tocarle los testículos; un insulto, con frases racistas, al moreno Patrice Evra, del Manchester United, y una patada al jugador Scott Parker, sin que este estuviese en posesión del balón.

 

Hay actos agresivos que no llevan la intención de lesionar seriamente al contrincante, pero sí provocarlo, lo que puede conducir a una peligrosa escalada agresiva. Son actos que poseen cierto carácter simbólico de salvajismo, aunque no se use la fuerza extrema. Las sanciones, en consecuencia, corresponden a ese simbolismo, más que al daño físico causado.

 

Terminemos con una pregunta: ¿qué piensan de Suárez los siquiatras?

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