Anecdotario Político
El hombre de Estado carece de los mismos medios de información que el hombre de la calle.
31 de Enero de 2014
Benjamín Ardila Duarte
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Al entrar a la Ciencia Política el escritor Antonio Carro Martínez recuerda que, en contra de todo lo previsible, la realidad de todos los países demuestra cómo los gobernantes viven disociados de la opinión. El hombre de Estado carece de los mismos medios de información que el hombre de la calle. Su vida de relación está dominada por la oficialidad. Nunca conoce las cosas por contacto directo con la realidad, sino por lo que le dicen, y lo que se dice hasta la exageración es lo halagüeño, mientras que se silencian los hechos desagradables, que, no obstante, deberían ser también conocidos por los hombres públicos a fin de que su información no fuese parcial, incompleta y, consiguientemente, errónea.
El gasto militar es criticado hasta por los estadistas norteamericanos. Dwight D. Eisenhower, en 1961, dijo: “Anualmente gastamos en nuestra seguridad militar una cantidad de dinero superior al ingreso neto de todas las grandes empresas industriales de Estados Unidos”.
Recientemente el escritor Juan Carlos Botero nos ha sorprendido con esta observación: “Los políticos suelen envolver sus objetivos personales en banderas de grandes causas nacionales. El deseo de ocupar un cargo público se llama servicio a la patria. La ambición de poder es la lucha por un proyecto político. La repartición burocrática es el pago por valiosos servicios prestados. Y la financiación de la campaña (por grupos y empresarios que, una vez elegido el político es debidamente cobrada) es llamado el apoyo de amigos solidarios”.
La Unión Europea nació en 1957. Inglaterra se opuso y su delegado dijo que ese Tratado de Roma: a) no tenía ningún chance de ser concluido; b) si era concluido no tenía ningún chance de ser ratificado y c) si era ratificado no tenía ningún chance de ser aplicado. El comentario actual, en medio de los obstáculos de la Integración Europea sigue refiriéndose a los vetos iniciales de la Gran Bretaña.
Eduardo Frei, político de clase media escribió, desde 1948: “Una democracia requiere de un mínimo de prosperidad social, de educación pública, de un sentimiento de comunidad, de generosidad y comprensión. Las masas empobrecidas al borde de la desesperación, los malnutridos, los analfabetos y los oprimidos no son propios de una democracia”.
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