Et cetera / Cultura y Derecho
El deleite de la complejidad
14 de Enero de 2016
Andrés Mejía Vergnaud andresmejiav@gmail.com / @AndresMejiaV
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En la literatura, en el arte y en el cine, cuando se trata de temas políticos, el simplismo y el maniqueísmo producen un placer fugaz y superficial. Es, de hecho, el más mediocre y vergonzoso de todos los placeres, que es el de encontrar en una obra aquello que uno ya cree. Así, quien ve una película, o lee un libro, en los cuales un problema político o social se analiza como un asunto de buenos y malos, de blanco y negro, sin matices y sin grado alguno de complejidad, termina la obra sin que ella haya aportado nada a su conocimiento ni a su capacidad de pensar. Este tipo de arte, además, consolida la mediocridad del mediocre, pues a sus ojos parecería confirmar que la realidad es tan simple como él la concibe.
Se halla por el contrario un placer profundo, duradero, y lleno de sorpresas, en las obras que abordan un tema político con la complejidad de matices que es propia a ellos. Al principio puede ser difícil, pero basta dejar a la mente sumergirse en la obra para ser capturado por una gran intriga, y sentir que se abren mil puertas al pensamiento, a la vida y al disfrute de la experiencia artística. A diferencia de lo que ocurre con el tipo de obra antes comentado, la persona que se permite a sí misma atravesar por una obra compleja no vuelve a ser la misma.
Por ello, y por muchas razones, encontré gran placer en la serie inglesa The Honourable Woman (La mujer honorable), disponible en Netflix con subtítulos en español. La serie tiene una sola temporada con ocho episodios.
The Honourable Woman se atreve a tratar uno de los temas que más son objeto de simplificación y maniqueísmo: el conflicto palestino-israelí. Abundan las perspectivas en las cuales “los malos” son o los israelíes o los palestinos. Tal vez por ser un conflicto tan agudo, muchos observadores parecen sentirse obligados a asumir un bando, o al menos a mostrar simpatía por él. Al hacerlo, reducen el conflicto a una simplicidad que no tiene que ver con la realidad del mismo: una confrontación que ya tiene casi siete décadas, y en la cual, de lado y lado, hay razones y justificaciones, como también ha habido crímenes y atrocidades.
Producida por la BBC, The Honourable Woman fue escrita y dirigida por Hugo Blick, versátil personaje que ha sido productor, escritor, director y actor. De hecho, siendo muy joven apareció en la película Batman de 1989, dirigida por Tim Burton; allí hace el papel del joven Jack Napier. La serie es protagonizada por Maggie Gyllenhaal, estadounidense ganadora del Globo de Oro, quien se graduó de la Universidad de Columbia con un título en Religiones Orientales, y luego estudió actuación en la Academia Real de Arte Dramático, en Londres. A Stephen Rea, veterano actor irlandés muy conocido en el cine, se le ve hacer un genial papel de espía británico.
Si hubiese que ubicar la serie dentro de una tradición narrativa, ella sería la de los dramas políticos y de espionaje ingleses, que ha tenido representantes como Graham Greene y John Le Carré. De hecho, tal vez es en esa tradición donde más pueden hallarse estos temas con el tratamiento que respeta sus complejidades. En el caso de Graham Greene, las complejidades morales; en el caso de John Le Carré, las complejidades humanas. No hay buenos ni malos en las novelas de estos dos autores.
Nessa Stein, el personaje protagónico, es una multimillonaria heredera judía, quien ha tomado las riendas del negocio de telecomunicaciones fundado por su padre. Tras la muerte de este en un crimen motivado por el extremismo político, Nessa Stein decide emprender una iniciativa para acercar a israelíes y palestinos, mediante el tendido de redes de comunicación y fibra óptica en los territorios ocupados. Contar más allá de este punto puede comprometer el disfrute de la serie; pero baste decir que, cuando frente a un problema político existe polarización aguda, todos los conciliadores serán vistos como traidores peligrosos.
La serie ha recibido numerosas nominaciones a premios. Ganó en el 2014 el Peabody Award, y como ya mencionamos, su actuación le valió a Maggie Gyllenhaal un Globo de Oro. No existe ninguna posibilidad de que, después de ver esta serie, el espectador sea el mismo que empezó a verla: sus perspectivas habrán cambiado; sus certezas habrán sido desafiadas; y su mirada se habrá enriquecido.
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