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Actualizado hace 13 hours | ISSN: 2805-6396

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ETC / Cultura y Derecho


El clóset de cristal

05 de Septiembre de 2014

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Nota:
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Andrés Mejía Vergnaud

Analista político

andresmejiav@gmail.com

Twitter: @AndresMejiaV

 

 

En la tarde del 1º de mayo del 2007, decenas de fotógrafos, la mayoría de ellos pertenecientes a la prensa amarillista, se aglomeraban en las puertas del edificio de British Petroleum (BP) en Londres. Al hombre que salió por allí lo fotografiaron de manera abrumadora; al subir a su automóvil, lo persiguieron en motocicletas a la manera de los paparazzi, hasta el edificio de su apartamento. Algunos de ellos se instalaron en la puerta del mismo y pasaron la noche allí, esperando la ocasión para tomar una foto del legendario John Browne, hasta ese día gerente ejecutivo (chief executive) de BP. Este hombre, reconocido como uno de los mejores ejecutivos del mundo, y admirado por la manera vanguardista como había gerenciado a BP, acababa de renunciar a su cargo, luego de que la prensa sensacionalista revelara detalles de su relación homosexual con Jeff Chevalier, un joven canadiense. Las memorias de John Browne, concentradas en el episodio de su renuncia, y acompañadas de amplias reflexiones sobre la condición de los LGBT en el universo laboral y empresarial, son el objeto del libro The glass closet (El clóset de cristal), lanzado apenas hace unos días.

 

Browne, quien asumió la gerencia ejecutiva de BP en 1995, nació en Hamburgo (Alemania), en 1948. Su padre, ejecutivo del sector petrolero y exoficial del ejército británico; su madre, una mujer judía que había sido prisionera en Auschwitz y había sobrevivido de milagro, viendo morir a toda su familia. Browne estudió física en Oxford, y desde muy joven ingresó a BP con el cargo de aprendiz. Durante una larga carrera, escaló desde la más baja posición hasta la gerencia ejecutiva del grupo.

 

Durante su ejercicio fue reconocido como un líder casi revolucionario. Tuvo la visión para saber que el universo del petróleo, por más grande y rentable que fuese en el presente, llegaría en el futuro a un declive, y estaría asediado por innumerables conflictos de orden ambiental. Fue así como BP, si bien mantuvo su negocio de hidrocarburos, se expandió hacia el área de energías renovables, e inauguró una reputación como empresa comprometida con el ambiente. Bajo la dirección  de Browne, BP pasó a significar “beyond petroleum” (más allá del petróleo). Lástima que, unos años después, bajo la dirección de un gerente menos iluminado, la reputación de la empresa se vino abajo con el accidente de la plataforma en el Golfo de México.

 

La renuncia de Browne fue el desenlace de un penoso proceso, en el cual él evitó por medios judiciales que la prensa publicara los detalles de su relación. Hasta ese entonces, Browne nunca había revelado su orientación sexual, presa de un temor formado en sus años de juventud, en los cuales la homosexualidad no solo era objeto de rechazo social, sino que en el Reino Unido era un delito, y la Academia Norteamericana de Psiquiatría la consideraba una enfermedad mental. Aun cuando para la época de su renuncia las actitudes habían ya variado un poco, era demasiado pedir que un hombre pudiera superar así no más los miedos formados en décadas de desprecio e intransigencia.

 

En el difícil proceso judicial para proteger su privacidad, Browne incurrió en una falta, la cual fue la verdadera razón de su renuncia: mintió ante la corte acerca de las circunstancias como conoció a su examante. Dijo que lo había conocido en un parque, cuando en realidad lo contactó a través de un servicio online de trabajadores sexuales masculinos. Tras varios encuentros, iniciaron una relación, cuya posterior ruptura sometió a Browne a una dinámica extorsiva por parte de Chevalier. Conocida esta mentira, el juez reconoció, sin embargo, la dificultad por la cual estaba pasando Browne, y decidió no castigarlo por ello.

 

El libro, además de relatar estas historias, tiene una intención programática: la de animar a los jóvenes gay que tienen posiciones destacadas a dar a conocer libremente su condición. La falta de una figura de liderazgo, según Browne, fue la principal razón para nunca atreverse a salir del clóset.

 

Los tiempos han cambiado, pero no de manera uniforme en todas partes ni en todos los ámbitos. Hay países donde la homosexualidad se sanciona con pena de muerte. E incluso en los entornos de las grandes empresas occidentales, dice Browne apoyado en testimonios, hay barreras invisibles que aún sobreviven pese a los esfuerzos por la igualdad legal, y pese a que la mayoría de las grandes empresas tienen políticas de apoyo a la diversidad. Es, en fin, un camino que no ha terminado, y en el cual seguramente sus memorias se convertirán en ese elemento de ejemplo y liderazgo que muchos necesitan.

 

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