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Actualizado hace 12 hours | ISSN: 2805-6396

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‘Doping’, la palabra de moda por estos días

25 de Enero de 2013

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César Giraldo

Socio de GHER & Asociados

cgiraldo@gherasociados.com

Twitter: @gher_asociados

 

El artículo primero del Código Mundial Antidopaje define doping como la violación a las reglas antidopaje establecidas en su artículo segundo.

 

Siguiendo el mismo, encontramos, entre otras, (i) la prohibición por parte del atleta de consumir sustancias que se encuentren en la famosa “lista prohibida”, (ii) rehusarse a que se le practiquen las pruebas antidoping que las competiciones establezcan; (iii) la manipulación de dichos controles; (iv) la posesión de sustancias o el uso de métodos prohibidos, solo por nombrar algunos.

 

Estudiando más a fondo dicho código, se puede observar que el doping es un tema al que le falta bastante para llegar a tener una reglamentación eficiente. Tan es así, que ya se ha llegado al punto de que los mismos atletas burlen la reglamentación, para lograr un mejor desempeño en las competencias deportivas.

 

Y no nos digamos mentiras, para la Agencia Mundial de Antidopaje (AMA), las declaraciones de Lance Armstrong, la semana pasada, son un verdadero llamado de atención a su reglamentación, y cómo esta debe ajustarse a la realidad, toda vez que, día a día, los métodos de dopaje evolucionan, con el fin de evadir los controles impuestos. Igualmente, es un nuevo “jalón” de orejas para la Union Cycliste Internationale (UCI), la cual, infortunadamente, se ve otra vez manchada por los comportamientos antideportivos de los ciclistas.

 

Como se ha comentado en columnas anteriores, Armstrong enfrentó a lo largo de su carrera más batallas jurídicas que cualquier otro deportista y, extrañamente, siempre logró ganar. Siete años después de su último triunfo en el Tour de Francia, la United States Anti-Doping Agency (USADA), basada solo en pruebas testimoniales y sin mucho sustento jurídico, presentó ante la UCI su estudio donde pretendía demostrar “el sistema de dopaje más sofisticado de todos los tiempos”, tal como ellos mismos lo bautizaron.

 

En ese momento, muchos pensamos (me incluyo) que era una persecución jurídica por parte de la USADA en contra de uno de los ciclistas más importantes de la historia. Sin embargo, esta vez el escándalo llevó a que Armstrong aceptara su culpa, en una entrevista vista por millones.

 

Más que la decepción que muchos nos llevamos por tratarse de este icono mundial, sobreviviente a un cáncer, creador de una fundación a la que muchos le colaboramos para que saliera adelante obteniendo una pulsera amarilla de moda, se debe analizar por qué la reglamentación antidopaje falló y cómo, después de realizarle tantos controles antidoping, nunca se pudo demostrar absolutamente nada bajo el conducto regular.

 

Los abogados que trabajamos en este medio siempre discutimos los errores que trae la regulación mundial antidopaje, como que la carga de la prueba esté a cargo del atleta; la existencia de algunas sustancias que hacen parte de la lista prohibida, que no producen ningún beneficio al deportista (un antigripal puede tener elementos químicos prohibidos en dicha lista); las apelaciones de la AMA ante el Tribunal Arbitral du Sport (TAS), las cuales siempre buscan la máxima sanción permitida, sin un estudio previo del nivel de infracción del atleta, el cual conlleva, cada vez más, a ver la fragilidad de la regulación actual y, obviamente, de los organismos reguladores del tema.

 

Igualmente, todos sabemos que hay deportes más exigentes que otros. El ciclismo cada año enfrenta un escándalo relacionado con doping. Solo para nombrar algunos ejemplos, tenemos casos como el de Valverde, Contador, Astarlooza o Ullrich, que mostraron nuevamente al mundo que para la práctica de este deporte es prácticamente necesario doparse, como lo narraba Armstrong en su entrevista.

 

Y no es solo la AMA la que se encuentra en tela de juicio por su regulación. Los dirigentes del ciclismo internacional, luego de la situación vivida con uno de sus máximos íconos, están obligados a tomar cartas en el asunto y cambiar el reglamento de sus competencias o, por lo menos, programar estas para que el esfuerzo físico sea acorde a la realidad y no haya necesidad de doparse.

 

Esta columna, más que una crítica, es una invitación a aquellas personas que realmente aman el deporte. He visto personalmente en redes sociales y a través de los medios de comunicación, gente indignada por las declaraciones de Armstrong. Sin embargo, lo importante es colaborar y aportar ideas que realmente combatan esta sombra del deporte.

 

Como se indicó en nuestra última columna, en diciembre, la AMA presentó un borrador del nuevo Código Mundial Antidopaje, en el cual se fortalecen sanciones, entre otros. Lo bueno de esto es que, a través de su página de internet www.wada-ama.org, dicha agencia está solicitando una retroalimentación de lo que se ha trabajado hasta ahora con respecto a la regulación. Sin duda, una idea innovadora que ayudará a fortalecer este reglamento, que tal como lo habíamos señalado, es bastante complejo y apenas está naciendo.

 

Si usted, señor lector, tiene una idea legislativa que pueda fortalecer la supervisión de los deportistas o cualquier idea relacionada con el tema, tiene la oportunidad de hacerlo. Solo es cuestión de hacer un clic en su computador, y dejar de ser un crítico más, para convertirse en alguien que, ante la dificultad, plantea ideas que pueden colaborar a fortalecer las reglamentaciones y desaparecer, de una vez por todas, esta práctica que mancha el deporte internacional.

 

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