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Actualizado hace 4 hours | ISSN: 2805-6396

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De O. J. Simpson a Colmenares

30 de Junio de 2012

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Cristina Castro

Cristina Castro

cristinacastrop@gmail.com

 

Pocos procesos penales han logrado llamar la atención de un país como el de la muerte de Luis Andrés Colmenares. Hoy no hay una persona que no maneje su propia teoría del caso, que no esté pendiente de cada avance probatorio y que no proyecte un fallo que condene o absuelva a los estudiantes de Los Andes involucrados. Una obsesión así por un caso judicial solo es comparable con lo que se vivió en EE UU frente al juicio de O. J. Simpson por el asesinato de su mujer, que, casi 20 años después, sigue despertando la curiosidad de buena parte del planeta.

 

Cuando en 1994, la esposa de la estrella del fútbol americano apareció sin vida en su casa en Los Ángeles, EE UU se sumergió en un proceso jurídico que superó con creces el rating de sus famosas series de abogados. El asesinato de Nicole Brown Simpson tenía todos los elementos para ser mejor que una historia de ficción: la brutalidad del crimen, las motivaciones pasionales, la complejidad del proceso, la audiencia del sistema penal acusatorio y la notoriedad de los abogados que estaban a cargo.

 

La brutalidad de la agresión contra Brown y su compañero, Ronald Goldman, – apuñaleados salvajemente mientras los hijos de ella dormían – se explicó en una venganza pasional. Y la excesiva cobertura mediática que tuvo el juicio penal provocó profundas interferencias en el proceso. No solo el jurado tuvo que ser remplazado debido a esa presión, sino que más de 400 periodistas solían agolparse en cada etapa del juicio, que fue transmitido por televisión y que duró más de 130 días.

 

Ese escenario terminó sirviendo de cuadrilátero también para que se midieran los más reputados abogados penalistas de EE UU. Simpson logró hacerse a lo que se consideró un “dream team”. En su equipo estuvieron F. Lee Bailey, Barry Scheck, Robert Shapiro, Alan Dershowitz y Johnnie Cochran, quienes argumentaron que su cliente era víctima de un montaje, y finalmente lograron que fuera declarado inocente, frente al escepticismo de toda una Nación. Por otra parte, la justicia civil, menos taquillera, sí logró condenar O. J. Simpson.  

 

Guardadas las proporciones, esos mismos elementos se mezclan hoy en el caso con el caso de Luis Andrés Colmenares. Habrá que ver qué tanto las cámaras y el rating dejan que la justicia tome su lugar.

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