Columnistas
De nuevo se abre la discusión sobre el sistema parlamentario de gobierno
23 de Agosto de 2011
Tito Livio Caldas Presidente del Consejo Editorial de Legis
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El conflicto, propio del sistema presidencialista, entre el Congreso y el Presidente Obama, que esta vez giró alrededor de los problemas fiscales de EE UU, y que puso a la primera potencia mundial al borde de su insolvencia, empeorando sensiblemente la crisis económica universal que estamos presenciando, se puede señalar como el episodio de ingobernabilidad más grave sufrido en la historia de esta nación, imputable a su sistema de gobierno presidencialista. Un sistema que fue, precisamente, inventado por esa nación al organizarse como República independiente, y que todos los países de América Latina copiaron -mal copiado para mayores infortunios- cuando, unas décadas después, se constituyeron también como naciones independientes.
Fue así, entonces, muy oportuno como tema de interés para el gobierno de Juan Manuel Santos -con aromas de modernidad-, y también por la circunstancia anotada, el pronunciamiento a favor del parlamentarismo que hizo el expresidente Ernesto Samper, en el número 2 de su Revista Escenarios, y la concurrida reunión académica sobre el mismo tema del 4 de agosto en el Club de Ejecutivos de Bogotá.
La necesidad de que Colombia estudie y eventualmente adopte el sistema parlamentario de gobierno como paso decisivo en la consolidación de su democracia y su progreso, y la modernización y eficacia de sus instituciones gobernativas, es algo de importancia vital para nuestro país y para América Latina.
Después de tantos años de conflictos, atraso y desastres sin cuento, entre ellos la desaparición de los partidos políticos tradicionales de la región, es tiempo de preguntarnos de nuevo si el sistema parlamentario de gobierno debe sustituir el que hemos ensayado sin mayores éxitos durante dos siglos.
Así lo hizo ver hace siete años un grupo de politólogos del Instituto Libertad y Progreso (ILP), de Bogotá, estimulados por la sugerencia de un cambio hacia el parlamentarismo lanzado al país por el ilustre expresidente Alfonso López Michelsen. Frente a esa recomendación, que entusiasmó a muchos, y dándonos cuenta de que en Colombia se ignoraba casi todo sobre el sistema parlamentario como efecto de la tradicional ausencia del tema en las cátedras y textos sobre Derecho Constitucional del país, en el ILP decidimos preparar un libro de fácil lectura y con suficiente información y estadísticas sobre estructuras de gobierno y su estado de desarrollo económico.
El libro, que también presentó el parecer de unas 17 personalidades colombianas, circuló ampliamente en el país bajo el título de El Sistema Parlamentario, el mejor gobierno para Colombia, y ha servido para que en los nuevos textos de Derecho Constitucional, como en el del profesor Iván Vila Casado, se incluya una referencia más amplia sobre el tema.
Estamos preparando, y lo tenemos ya casi terminado, un nuevo texto para políticos y politólogos, legisladores y funcionarios del Estado, constitucionalistas y estudiantes de Derecho, que será de circulación internacional en América Latina.
Esperamos contar próximamente con algunas importantes colaboraciones de tratadistas de renombre de Argentina, México y Chile, que nos encontramos gestionando.
Así las cosas, lanzaremos pronto a circulación este nuevo aporte en el asunto que nos ocupa para la comprensión del funcionamiento y ventajas del parlamentarismo, sobre todo del parlamentarismo clásico, frente al presidencialismo, sistema calificado de primitivo.
Ojalá que esta revolución se produzca primeramente en Colombia, pues sería emocionante alcanzar para nuestro país este trofeo de mejor sistema de gobierno democrático de la región. No debemos olvidar que fue en Grecia donde se inventó y se perfeccionó el sistema parlamentario, factor esencial de buen gobierno y democracia política, que la llevó a ser la indiscutida cuna, sin paralelos, de la Civilización Occidental.
De allí el sistema pasó a Roma, donde también instrumentalizó su grandeza. Ocho siglos después resurgió en Venecia y en Florencia, y originó, nada menos, que el Renacimiento. Con posterioridad pasó a Inglaterra y de ahí irradió a toda Europa. Como dije en el exordio del libro anterior, y ahora me permito repetir: ¿podríamos imaginarnos el prestigio internacional que alcanzaría Colombia si fuese el primer país de América Latina en adoptar el sistema parlamentario de Gobierno?
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