Antonio Vélez

El grafiti, una forma literaria hecha a la carrera, de afán, espontánea, satírica, exhibida en lugares públicos, callejera, se usa para llamar la atención pública sobre algo o sobre nuestras debilidades no confesadas; también es subversivo, para criticar, protestar y denunciar sin contemplaciones o, a veces, como pura exhibición de ingenio y creatividad, o por simple desocupación, por tomarle el pelo al mundo. En la literatura de paredes y tapias (la muralla: papel de la canalla, decían), de vehículos, árboles y vallas se recurre a la frase corta, aguda y picaresca. Por ser anónima, da pie a la extrema libertad, a la desfachatez y a la irresponsabilidad.

La colección de grafitis es inmensa y cada día crece sin parar. He aquí algunos ejemplos seleccionados por su ingenio y humor, entremezclados con algunas frases que bien servirían como grafitis:

La vida es grafiticante; El dinero no hace la felicidad, ¡la compra hecha!; Si todos vienen hacia ti, es que vas por el carril equivocado; Nadie es perfecto. Firmado: Nadie; Hazlo bien y no mires con quién; Si uno dice la verdad, puede estar seguro de que tarde o temprano lo descubrirán; Tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria; Huye de las tentaciones... pero despacio para que puedan alcanzarte; Para ser feliz, ponte fuera del alcance de los niños; El que sabe, sabe; el que no, lo nombran jefe; En caso de duda, haz lo contrario; Te amaré hasta que la otra nos separe; Las mujeres perdidas... lógico, son las más buscadas; Si los hombres son todos iguales, ¿por qué las mujeres eligen tanto?; Cuando un médico se equivoca, no hay más remedio que echarle tierra al asunto; La inactividad sexual es peligrosa: pueden salirte cuernos; Las ventajas del nudismo saltan a la vista; El eco tiene siempre la última palabra; Vendí mi farmacia porque no tenía más remedio; Algunos matrimonios terminan bien; otros duran toda la vida; El que copia a uno, es plagio; el que copia a varios, es un investigador; Toda cuestión tiene dos puntos de vista: el equivocado y el nuestro; Egoísta es aquel que piensa más en sí que en mí; Nunca te dejes vencer por tu fuerza de voluntad; Fui donde el peluquero y me dejó con los crespos hechos; Chico tímido busca... bueno… estee… no… bueno… nada ¡Olvidémoslo!

Recientemente ha aparecido un remplazo para el grafiti: el twitter o tuit. En lugar de escribir en la pared lo hacemos en el aire, sin tinta, a dedo limpio, y se puede leer desde cualquier parte del mundo, no está penalizado, no se puede borrar y hacerlo desaparecer. Lo cierto es que el tuit ha abierto un campo inmenso a la creatividad de la frase corta, a los concentrados de sabiduría. Frases cuyo contenido semántico es máximo, mientras que su extensión lingüística es mínima; es decir, dicen lo máximo con lo mínimo. Sabiduría compactada, reducida a su mínima extensión.

Para muestra estos botones: Estoy a un sapo de encontrar a mi príncipe azul (@LuisaInsausty); La cleptomanía es una rama de la política (@julietasolincee); La mediocridad es un ataúd confortable (@Fortwitto); De veras te hamé, así con “h” porque fue un error (@kely_mporta); Tu ropa me da miedo, ¿te la puedes quitar? (@SarcasmoMexico); Los pecados capitales son siete: uno: pereza... etc. (@todoalnatural); Robar tuits es para personas sin caracteres (@fdbedout); Antes de Twitter no tenía con quien hablar sola (@GuonderGuman); No tengo ideas para expresar mis palabras (@AlmaDeliaMC); Tenía la conciencia limpia: no la usaba nunca (Stanislaw Jerzy Lec); Más duro que lo dejen a uno por alguien es que lo dejen a uno por nadie (@juanalajirafa); Todo el que tiene boca se equivaca (@yoyo); Si no vuelvo, no me preguntes por qué (@paz-tuso); Ya los dejo en paz (@elsuscrito).