ETC / Curiosidades y…
Creatividad a la carrera
30 de Abril de 2015
Antonio Vélez M.
La historia nos muestra lo difícil que es despojarse de hábitos viejos. Por eso debemos ser educados para cambiar, buscar nuevas soluciones, aunque la inmensa mayoría de las veces no lleguemos a nada útil. “Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”, decía Samuel Becket. Fracasar sin temores, que alguna vez triunfaremos. Por otro lado, hay soluciones que son contrarias a la intuición, por lo que debemos superar el enorme obstáculo que esto representa.
En pleno siglo XXI, hay multitud de objetos sencillos a punto de ser inventados –cree uno–, objetos que a muchos pueden habérseles ocurrido, pero que aún no se han materializado. Por ejemplo, los dueños de perros, cada vez más numerosos, suspiran por un inodoro para sus mascotas, y así evitarse la molestia de madrugar a sacar el animalito al parque y esperar con impaciencia a que haga de las suyas. Un amigo perruno sueña con una pequeña caja dotada de atracciones olfativas que inviten al animal a defecar en ella.
El ladrillo es un invento muy antiguo, pero que ha conservado sus dimensiones sin cambios notables desde hace ya mucho rato. ¿Por qué no se fabrica un ladrillo doble, dos en uno, de tal suerte que al construir un muro se gaste menos cemento y menos tiempo? También podría fabricarse un ladrillo en que las dimensiones de los lados que van a quedar expuestos sean un 50 % más extensos y así el área expuesta sería 2,25 veces el área original, lo que representaría un gran ahorro en cemento, mano de obra y tiempo, sin perjudicar la resistencia.
La canasta de mercado con ruedas se materializó recientemente, pero no es la más apropiada pues es muy honda y poco extensa, lo que hace que la mercancía se amontone y la de arriba aplaste la del fondo. Qué fácil sería, piensa uno, rediseñarla para que manteniendo su volumen, perdiera profundidad. Y una señora se quejaba: ¿por qué en los supermercados usan todavía carritos anchos, muy anchos si se los compara con el espacio disponible en los pasillos, lo que entorpece la marcha de los compradores? Podrían hacerse más largos y más angostos –pensaba ella, creativamente–, conservando así el volumen y facilitando el tráfico (o los pasillos podrían ser más angostos). Y después de pasar por la caja del supermercado, muchos nos preguntamos, ¿por qué no agilizar el trabajo de los cajeros exigiendo a los proveedores que diseñen el código de barras más grande y fácil de leer por la máquina registradora?
Un pariente que no se separa de su ipad me decía que esperaba ansioso el día en que vendieran dedales pequeños de tela elástica para ponerlos en los dedos y no engrasar la pantalla táctil del aparato, o la del teléfono celular. Recuérdese que la punta de los dedos es grasosa y pronta a acumular mugre. Y hablando de teclado, un amigo que sabe programar ha comenzado a elaborar un software que pretende modificar la acción del teclado del computador, para el caso especial del idioma español. La intención es usar el doble clic, una operación que todo aficionado a los PC realiza casi sin pensarlo. La idea es que cada vez que se haga doble clic sobre una tecla que corresponda a una vocal, la letra aparezca escrita solo una vez, pero con tilde. Y si esa misma operación se hace sobre la tecla de la C, en la pantalla aparece escrita la secuencia “ción”, si es sobre la S, aparecerá “sión”, si es sobre la M, aparecerá “mente”, y sí es sobre la Q, en la pantalla aparecerá “qu”. De manera similar hay otras combinaciones que ahorrarían tiempo y errores.
Todo lo mencionado y muchísimas cosas más usadas en el diario vivir se pueden modificar a fin de mejorar el desempeño de sus funciones, actos de creatividad “humilde”, de corto vuelo creativo, al alcance de muchos cerebros. Aunque, reconozcamos, la mayor parte de las veces, las propuestas no son buenas o no pueden llevarse a cabo dentro de la tecnología actual. La conclusión final es que no se requiere ser un genio para gestar buenas ideas, pero sí debemos ser tenaces para volverlas realidad.
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