Curiosidades y…
Creatividad e innovación (I)
13 de Febrero de 2015
Antonio Vélez
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“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
Albert Einstein
Si el siglo XX fue el siglo de las revoluciones en el arte, la música, la literatura, la física, las matemáticas y la tecnología, el XXI será el de la creatividad y la innovación: sin descanso, sin pausas, a muerte. Ser creativo o innovador ahora es más que una obligación, so pena de quedarse rezagado y desaparecer en medio de tanta locura y novedad. No hay en este momento una sola empresa humana que sea ajena a la creatividad; por eso es necesario despertarla, promoverla, impulsarla, volverla una obsesión.
La creatividad es un fenómeno complejo, en el más riguroso sentido de la palabra, y discurre en zonas cerebrales bien ocultas al examen de sicólogos y neurólogos, fenómeno pleno de matices y variantes. De allí que su estudio exija aproximaciones variadas. Por cada dominio intelectual existe una forma particular de crear, de ser original, de ser innovador. Ocupamos un mundo globalizado, reducido a una aldea gracias a la densa telaraña de las comunicaciones, así que lo que ocurra allá se sabrá de inmediato acá. Entonces, quien no se muestre creativo o no sea original estará destinado a desaparecer en el anonimato, pues la competencia es a muerte y exige que la renovación sea permanente. No hay tiempo para repetirse. En cierta forma, lo viejo no tiene cabida en el mundo moderno.
No parece descabellado, piensan algunos, que la creatividad sea un componente importante de la capacidad de predicción. Importante rutina mental que evolucionó para desempeñarnos apropiadamente y a tiempo en este mundo; por ejemplo, imaginando ya las consecuencias futuras de las acciones imaginadas. Algunos se atreven a afirmar que la creatividad no es más que la facultad de elaborar predicciones por analogía, operación que hacemos continuamente durante la vigilia.
En ocasiones la creatividad se manifiesta, o comienza, con la formulación de preguntas, buenas preguntas sin preocuparse al comienzo por las respuestas. Einstein decía que la labor más importante de un físico teórico era la formulación de buenas preguntas, en tanto que el trabajo del genial matemático Paul Erdös se caracterizó más por inventar problemas que por resolverlos; es decir, por formular preguntas inquietantes.
Ni siquiera el estudio atento de personalidades altamente creativas ha permitido explicar con claridad cómo es la génesis del fenómeno creativo. Parece que en el campo de la ciencia existe una alta correlación entre la inteligencia y la creatividad, pero, en general, estas dos cualidades guardan una relativa independencia. Por eso de un pintor genial nunca se dice que fue muy inteligente, sin importar lo creativo que haya sido. Algunas personas son más creativas en situaciones sociales o en el manejo del lenguaje, otras lo son en el desarrollo de nuevas tecnologías, otras en las artes, otras en la literatura... Hay talentos excepcionales para todo, hasta para delinquir.
Con frecuencia, los sujetos creativos poseen un pensamiento que se distingue por su independencia, alejado de los convencionalismos; son personas que se caracterizan por “salirse con frecuencia de la fila”, por buscar los caminos menos trillados y, en consecuencia, más ásperos y pedregosos. En realidad, con el fin de producir novedades, las personas creativas deben superar lo tradicional, asumir riesgos y hacer caso omiso de aquellas modas sociales que determinan en cada momento histórico cómo tenemos que pensar y obrar. Deben, además, poseer una confianza en sí mismos a toda prueba como para defender ideas nuevas y enfrentar a los enamorados de lo viejo, a los conservadores, tan abundantes como la maleza.
*Ideas tomadas del libro Creatividad e inventiva: retos del siglo XXI, Ana C. y Antonio Vélez; publicado por Universidad de Antioquia, 2013.
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