Ciberjurados
28 de Febrero de 2012
Ya es pan de cada día. La experiencia ha demostrado que internet y los juicios con jurado no son compatibles, al menos en lo que tiene que ver con la reserva del sumario. Twitter, Facebook y Google se han convertido en causal de anulación de procesos en los que a los jurados se les ha dado por comentar lo que ocurre en las audiencias, buscar información sobre los procesados y hasta añadirlos como amigos en las redes sociales.
El caso más reciente es el de Theodora Dallas, una mujer de origen griego que fue sentenciada a seis meses de prisión por las autoridades judiciales de Inglaterra, por haber buscado información sobre el acusado en internet.
Con total ingenuidad y desconocimiento de la legislación procesal, Dallas comentó en los pasillos del tribunal que había estado documentándose sobre el caso y que, en su búsqueda, encontró noticias de prensa sobre el procesado, Barry Medlock, un hombre de 62 años acusado de agredir físicamente a su pareja.
La ley inglesa advierte que los miembros del jurado no pueden acceder a información sobre la causa por fuera de los juicios. Pero Dallas hizo caso omiso de esta advertencia, y encontró en internet que, años atrás, Medlock había sido absuelto de cargos por violación.
Los comentarios de Dallas llegaron a oídos del juez, que decidió suspender el proceso, cuando faltaba poco para emitir el veredicto. En su defensa, la jurado alegó que su intención no había sido perjudicar el curso del juicio ni desobedecer la ley, y que, en ocasiones, se le dificulta la comprensión del inglés.
Pero no valieron las excusas. El presidente de las Cortes de Inglaterra y Gales, Lord Judge, concluyó que Dallas, profesora de sicología de la Universidad de Bedfordshire, es una mujer “altamente inteligente” y “extremadamente articulada al expresarse en inglés”. Por eso, la condenó a prisión, y afirmó que su fallo era un importante mensaje de advertencia para que situaciones de ese tipo no se repitan.
Pero es común que pasen. A finales del año pasado, por ejemplo, un juez de Arkansas (EE UU) tuvo que anular una condena a muerte, porque uno de los jurados estuvo “cubriendo” el juicio a través de Twitter.
Mediante sus trinos, el jurado Randi Franco le informó a la comunidad “tuitera” sobre el inicio de las audiencias, se quejó del café que sirvieron en el juzgado y, justo antes de que se anunciara el veredicto, informó que el proceso había llegado a su fin. Esto, en opinión del juez Donald Corbin, de la Corte Suprema de Arkansas, significó una discusión pública del asunto, pues los “tuits” de Franco expresaron reflexiones, pensamientos e informaciones acerca de la causa.
Y los antecedentes de la interferencia de los avances de internet en los procesos judiciales no terminan ahí. A comienzos del año, en Sarasota (Florida, EE UU), el jurado Jacob Jock fue expulsado del proceso por agregar a la acusada a sus contactos de Facebook.
Claro, no es que el hombre hubiera quedado tan impactado por el carisma o la belleza de la procesada como para agregarla a su círculo de amigos. Se trató, simplemente, de una estrategia para no tener que cumplir con su deber ciudadano de asistir al juicio en calidad de jurado.
Aunque Jock alegó haber enviado la invitación por accidente, se pudo comprobar que, semanas antes, estuvo indagando entre sus contactos de la red cómo podía evadir su responsabilidad. Sus amigos, muy comprensivos, le sugirieron agregar a la demandada a Facebook.
El objetivo se cumplió, pero Jock tuvo que cumplir una ejemplarizante condena de servicio social.
(Fuentes: blogs.lavanguardia.com, vanguardia.com.mx y europapress.com)
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