Curiosidades y…
Cartas astrales
25 de Marzo de 2013
Antonio Vélez |
Cuanto antes nos percatemos de que nuestro destino está en nosotros mismos, y no en las estrellas, tanto mejor para nosotros.
Axel Munthe
Los astrólogos suponen que la configuración espacial de las estrellas y planetas en el momento del nacimiento determina ciertas características del sujeto y, a la vez, anticipan detalles importantes de su futuro. No obstante, para muchas personas, y aun para algunas de aquellas que creen en los fenómenos metasíquicos, la astrología no es más que charlatanería disfrazada de seriedad. Seudociencia barata, pero que en ocasiones cuesta caro. Y, contrario a lo que ocurre con otros fenómenos misteriosos, esta vez los investigadores sí están seguros de su falsedad, pues es susceptible de someterse a prueba. Y se ha hecho, con resultados completamente negativos.
Con el fin de probar la veracidad de los astros, esto es, para saber si existe algún tipo de correlación entre los rasgos de una persona y su fecha de nacimiento, se han realizado multitud de investigaciones. El resultado es decepcionante: ninguna correlación interesante se ha podido encontrar. Se han llevado a cabo análisis estadísticos con el fin de hallar alguna correlación entre el talento artístico y las fechas de nacimiento. Pues bien, después de analizar una amplia muestra, entre músicos y pintores célebres, se ha encontrado que, respecto al zodiaco, esos talentosos se distribuyen al azar. Lo mismo se ha hecho con ganadores del Nobel en sus distintas especialidades, sin obtener correlación alguna. En consecuencia, el signo zodiacal y el talento no guardan ningún tipo de asociación regular que permita hacer predicciones. Lo que quiere decir que los astros no son de fiar.
¿Por qué las predicciones dependen de las características de los animales y objetos que dan nombre a las constelaciones? En la astrología se le otorga valor de verdad a la desacreditada teoría de las signaturas, en la que cualquier parecido se puede convertir en causalidad. El solo nombre de una constelación puede ser determinante de rasgos del sujeto y, además, puede llegar a regir su futuro. Dicen que los nacidos bajo el signo de Libra (balanza), demos por caso, son equilibrados y maduros, en tanto que los de Escorpión son violentos y misteriosos. Y, claro, los de Leo son decididos y valientes.
Un horóscopo típico contiene verdades comodín, aplicables a cualquiera, con la alcahueta tendencia humana a interpretar afirmaciones ambiguas y generales, como si fuesen descripciones particulares de la personalidad. El milagro de los horóscopos es que se ajustan con plasticidad perfecta a todos los individuos. Una llave maestra para abrir todas las cerraduras. Y una llave de la fortuna para los que venden el servicio.
No hay duda, estamos en presencia de una típica seudociencia, que en distintas épocas de la historia humana ha tenido gran demanda. Y es que las predicciones astrológicas, al igual que aquellas de los adivinos, son lo suficientemente vagas para dejar satisfecha a la mayoría de los clientes que pagan por el servicio. Se venden esperanzas y verdades aplicables a todo el mundo, y eso satisface a muchas almas simples, necesitadas de atención. Un placebo astral.
Todo humano tiene motivos suficientes para desear conocer el futuro, pues es una manera rápida de sacarle beneficios a la vida y de evitar los maleficios. Un gobernante que debe tomar una decisión crucial, un militar antes de una batalla, un empresario frente a un negocio millonario o un enamorado inseguro llegan a veces a extremos irracionales a fin de asomarse al porvenir, aunque la ventana sea borrosa, sin importarles para nada el hecho de que las predicciones acertadas brillan siempre por su ausencia. Es bienvenido todo aquello que nos ofrezca una luz: oráculos, augures, arúspices, pitonisas, astrólogos. Nos aferramos a la primera tabla de salvación que encontremos. Una debilidad de todos los humanos.
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