Mirada Global
Bitcoin y el ocaso de las jerarquías en la era digital
23 de Junio de 2015
Daniel Raisbeck |
En la nueva fase de la economía digital, ¿es posible que los bancos centrales y el sistema regulatorio de internet se vuelvan tan obsoletos como los carteros, mecanógrafos y agentes de viaje?
Hasta hace poco, cualquier transacción monetaria digital requería un intermediario, como Visa o PayPal. Esencialmente, estos son “libros mayores” que registran el balance de la cuenta de cada usuario y que, en una transacción, cobran una tarifa al deducir lo especificado de una cuenta y agregarlo a otra.
Como explica Jerry Brito, experto en monedas virtuales, estos intermediarios eran indispensables, porque existía un problema tecnológico fundamental: así fuera posible guardar 100 dólares o su equivalente en un archivo digital y transferírselos a otra persona, la mera transferencia no desaparecía del todo el monto original del computador que los traspasó. Si la tecnología no impedía que el mismo dinero fuera transferido más de una vez, cualquier sistema de pago basado en ella era inútil.
No obstante, en el 2008, un programador que se llama a sí mismo Satoshi Nakamoto creó el bitcoin, un “libro mayor” que permite las transacciones digitales sin intermediario alguno.
En la economía del bitcoin, aclara Brito, cada transacción “es registrada en un ‘libro mayor’ público y digital llamado la ‘cadena de bloques’ (blockchain)”, la cual representa un logro criptográfico sin precedentes. No es una autoridad central la que comprueba la autenticidad de las transacciones, sino los miles de usuarios o “mineros” del sistema, dispersos alrededor del mundo en sus nodos (computadores).
Un “minero” de bitcoin verifica la validez de una transacción al resolver un problema matemático complejo con software avanzado. Como recompensa, recibe una pequeña tarifa y cierta cantidad de bitcoins nuevos. Aproximadamente cada diez minutos, el registro total de las transacciones - la cadena de bloques- se actualiza y le revela al mundo en lenguaje criptográfico “quién posee qué” en el momento actual. También difunde todo estado de posesión anterior desde la creación del “bloque génesis”, el primer bloque de toda la cadena de bitcoin.
Pero este es más que un sistema descentralizado de pagos virtuales. Cada transacción se realiza únicamente en bitcoin y no en monedas fiat (“hágase”) como el dólar o el peso, las cuales emiten bancos centrales que determinan su cantidad y su valor. Como tal, bitcoin es una moneda digital que flota libremente en el mercado; su valor refleja simplemente la confianza de la gente en el bitcoin como tal.
A diferencia del dinero fiduciario o fiat, el bitcoin no puede ser manipulado por un gobierno ni por un banco central, lo cual resulta atractivo para muchos. Como explica Matthew Sparkes, del diario Daily Telegraph, ninguna autoridad “puede imprimir más y más bitcoins y así destruir el valor de los ahorros con la inflación, ni hacer préstamos imprudentes durante años a personas que no tienen la posibilidad de pagar sus deudas”, práctica que causó el cercano colapso del sistema financiero en el 2008.
De acuerdo con las reglas originales e inmutables del bitcoin, el número total de monedas digitales en circulación se limita a 21 millones, de las cuales, aproximadamente, 13 millones existen actualmente. Cada una de las monedas se divide en ocho puntos decimales; el precio de una taza de café en una tienda australiana, por ejemplo, era de 0,0005649 bitcoin hace un año. Aproximadamente, en dos décadas, aparecerán los últimos bitcoins.
Aunque el bitcoin ha creado una economía más grande que la de muchos países, Sparkes asegura que su potencial real transciende su uso monetario. La tecnología de la “cadena de bloques”, escribe, puede desarraigar no solo al sistema financiero, sino también al internet, tal como ha funcionado hasta hoy.
El sistema de registro de dominios digitales, el cual ha estado bajo el monopolio de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN, según su sigla en inglés), una agencia estatal estadounidense, enfrenta un reto. Los dominios “.bit” se basan en un sistema descentralizado de cadena de bloques (Namecoin), en donde, como en bitcoin, prima el consenso de los “mineros” virtuales, mas no la tutela de ICANN. Por ende, son completamente inmunes a la interferencia o a la censura gubernamental.
En los próximos años, la tecnología digital derrumbará a más de una jerarquía de poder tradicional.
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