Crítica Literaria
Bienvenido Brasil. Vinicius de Moraes (1913-1980)
El perpetuo enamorado que era Vinicius alarga sus versos y extiende sus poemas en pos de las sucesivas mujeres, siempre apetecibles, siempre inabarcables, sean de carne o tengan alas.
30 de Marzo de 2012
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Juan Gustavo Cobo Borda |
Brasil no es solo la sexta economía del mundo, es también una potencia cultural por su música, su cine, su gastronomía, su moda y su literatura. En este sentido, vale la pena traer a cuenta algunos de sus más destacados artistas y creadores que estarán representados en la Feria del Libro de Bogotá. Quien reunió en sí muchas de estas características fue Vinicius de Moraes, poeta y diplomático, dramaturgo y cantor. He aquí un breve perfil de su vivaz actividad.
Se casó nueve veces, se llamaba a sí mismo “el blanco más negro del país”, se educó con los jesuitas y durante 25 años trabajó en el servicio diplomático, en destinos tan apetecibles como París, Los Ángeles o Montevideo.
Expulsado por el régimen militar del mariscal Artur da Costa e Silva en 1968, en el 2012, 30 años después de su muerte, un decreto firmado por el presidente Lula, lo reintegró, ascendiéndolo al cargo de Ministro de Primera Clase.
La bossa nova, el cinema novo, la libertad de expresión, el tropicalismo y la Chica de Ipanema, letra suya y música de Antonio Carlos Jobim, respiraron aliviados. Existía la justicia poética.
Incluso una figura antagónica, por su rigor conceptual y su trabajo en pro de una poesía de indagación formal, como la de Cabral de Melo Neto, podía dialogar, desde el humor, con el submundo bohemio de whisky, baile nocturno y piano, que Vinicius frecuentaba. Ambos eran ahora funcionarios expulsados por su defensa de la palabra sin censura. La fatiga que Cabral experimentó al oír cantar a Vinicius sus textos donde siempre reaparecía, una y otra vez, la palabra corazón, lo llevó a preguntarse si no existirían acaso otras vísceras, dignas de incorporarse al poema como hígado, pulmón o páncreas.
En todo caso, ese intercambio, ese diálogo entre los poetas contribuye al enriquecimiento mutuo y a un género muy cultivado entre los autores brasileños. Las cartas o retratos de sus colegas, que funden confidencias con chistes o añoranzas. Profesiones de fe y reafirmación de que forman parte todos de una gran tradición. Así Vinicius, en su Saudade de Manuel Bandeira lo llamará “áspero hermano” y en Una carta a Tom Jobim, 1974, la nostalgia expresa la urgencia de tener un nuevo amor. Por su parte Ledo Ivo en O vento do mar, en una sugestiva silueta de Bandeira recuerda su único sueño inalcanzado: hacer el amor con una negra, antes de morir.
Por ello, el perpetuo enamorado que era Vinicius alarga sus versos y extiende sus poemas en pos de las sucesivas mujeres, siempre apetecibles, siempre inabarcables, sean de carne o tengan alas. Exaltará su belleza, como en el ya clásico Receta de mujer o recalcará, en infinidad de sonetos, su fidelidad y su desvelo. Sus ansias y sus quejas. Los remanentes de su trascendentalismo místico con la incorporación de un desembarazado tono coloquial que le da algo de cómic cinematográfico a su Una historia pasional. Hollywood, California, en la cual la jovencita solo accederá luego de que se haya divorciado y él desesperado incurrirá en el crimen y la consabida cámara de gas.
Crítico cinematográfico, amigo de Orson Welles, verá su obra teatral, Orfeo de la concepción, sobre los negros y las favelas, convertida en Orfeo Negro (1959) por la cual el director Marcel Camus recibirá muchos reconocimientos, como la Palma de Oro en Cannes.
Poesía para compartir, en voz alta. Y poesía para reflexionar en soledad y silencio. Vinicius abandona el versículo bíblico, proveniente de Paul Claudel, por un tono más íntimo y fraternal. Más cómplice, en fin: “Ven, amiga, / mi desnudez es absoluta, / mis ojos son espejos para tu deseo / y mi pecho es tabla de suplicios, / ven”.
Pero en verdad la solicitada y anhelada no es otra que la misma poesía, a la cual se rehusará en su Mensaje a la poesía, al no acudir a la cita, en estos términos: “No puedo. / No es posible / Díganle que es totalmente imposible / Ahora no puede ser / Es imposible / No puedo. / Díganle que estoy tristísimo pero no puedo ir esta noche a su encuentro. / Cuéntenle que hay millones de cuerpos para enterrar / Muchas ciudades qué levantar, mucha pobreza en el mundo. / Cuéntenle que hay una criatura llorando en algún lugar del mundo / Y las mujeres están enloqueciendo y hay legiones de ellas gimiendo / De nostalgia por sus hombres; cuéntenle que hay un vacio / En los ojos de los parias, y su flacura es extrema; cuéntenle / Que la vergüenza, la deshonra, el suicidio rondan los hogares y es preciso reconquistar la vida”.
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