Verbo y Gracia
Banquete lingüístico
18 de Mayo de 2011
Fernando Ávila
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En octubre del 2010 fue presentado en Madrid el Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Se trata de un acontecimiento importante en la vida del idioma, que ha pasado un poco inadvertido, por la avalancha de noticias de la que precisamente ha formado parte esta edición. Efectivamente, en diciembre apareció la tan anunciada Ortografía de la lengua española, y apenas, un año atrás había sido publicada la aún no digerida Nueva gramática de la lengua española.
El trabajo correspondiente a nuestro país estuvo a cargo de cinco investigadoras, coordinadas por el secretario perpetuo de la Academia Colombiana de la Lengua, Jaime Bernal Leongómez. De ellos se puede decir que tienen buen oído, pues aquí están muchas palabras que hasta la fecha no habían sido registradas en ninguna de las publicaciones oficiales de las academias.
Da gusto ver por fin ponqué, mediasnueves y onces, tres bogotanismos que usamos desde niños. Ponqué viene del inglés pound cake, mientras que mediasnueves y onces aluden a la hora en que se consumen estos refrigerios: las mediasnueves, a las nueve y media de la mañana; las onces, a las once en el conteo bíblico, que corresponden a las cinco de la tarde. Destaco el hecho de que este diccionario aclara que el colombianismo es onces y no once, como se usa en Chile, que es la forma que aparece en la edición del 2001 del Diccionario de la lengua española.
Aparece dona, versión española de doughtnut (inglés antiguo) y donut (inglés moderno), ‘pieza de repostería de masa esponjosa y frita, con forma de rosquilla y cubierta con azúcar glaseado o chocolate’.
También aparece, por fin, la palabra sánduche, tal como la decimos a diario y como la han escrito en sus libros Laura Restrepo y otros autores nacionales. Por años nos dijo la Academia que dijéramos emparedado, aunque en España se le dice bocadillo a este preparado culinario. Como no pudimos ni con bocadillo ni con emparedado, la Academia optó por españolizar la voz inglesa sandwich, con el recurso de agregarle la tilde, sándwich, voz que tampoco pelechó en nuestro medio. Ahora sí tenemos en este lexicón la nuestra, sánduche.
Por cierto, el verbo pelechar también figura, definido así: ‘conseguir algo con mucha dificultad’. Yo lo hubiera definido ‘echar raíces’ o ‘afincarse’, y mi esposa, gramática ella, ‘dar fruto’ o ‘funcionar’.
Aparece ariquipe, para gozo de todos los fanáticos de este dulce de leche, encabezados por Daniel Samper Pizano. En nuestros tiempos las mamás hacían el ariquipe en la cocina de la casa, y de unos años para acá se industrializó con el artificial nombre de arequipe, porque a alguna autoridad del idioma se le ocurrió que el nombre venía de Arequipa, Perú.
Colombina, la marca registrada por uno de los ingenios vallecaucanos, inspirada en la clásica figura italiana de la Comedia del Arte, que con el tiempo se convirtió en marca de toda una serie de productos alimenticios, aparece también en el Diccionario de americanismos. Una colombina es un ‘caramelo con un palito que sirve de mango’.
Masato, ‘bebida de maíz, ligeramente fermentada, con clavo y canela’, también tiene su sitio, lo mismo que mazamorra, que además de ‘mezcolanza o revoltijo de ideas o cosas’, es ‘sopa espesa de harina de maíz y legumbres’, la de Cundinamarca y Boyacá, y ‘alimento, de consistencia espesa, que se prepara con maíz, leche y panela’, la de Antioquia, que en Bogotá llamamos ‘peto’.
Otros antioqueñismos importantes son el algo, ‘las onces’, y parva, ‘conjunto de galletas, panes u otros comestibles de este tipo que se comen al desayuno o como acompañamiento de un café, chocolate o té’.
Faltaron agria y pola, para ‘cerveza’.
Así mismo
Pregunta: ¿Así mismo o asimismo?
Respuesta: Según la nueva Ortografía de la Academia, así mismo es el conector, y asimismo es sinónimo de también.
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