Crítica literaria
Banco de la República: 90 años de cultura
23 de Agosto de 2013
Juan Gustavo Cobo Borda |
Museo del Oro. Colección Numismática. Colecciones de arte del Banco de la República. Museo Botero inaugurado en el año 2000. Biblioteca Luis Ángel Arango. En relación con este última, las estadísticas confirman cómo es la más visitada en América Latina, pero lo decisivo es el fervor alegre con que los jóvenes hacen fila frente a los computadores para indagar y efectuar sus pedidos, adelantar tareas e investigaciones y disfrutar además de las muchas otras ofertas del Banco, sea en música, conferencias o exposiciones, salas para niños o concursos de guitarra.
Rescato, al azar, algunos pocos nombres. En 1997 la gran exposición dedicada a uno de los pioneros de la fotografía del país: Luis B. Ramos. En el 2001; la colección de Hernando Santos con Violencia, de Alejandro Obregón; sus obras de Botero, Felisa Bursztyn y Bernardo Salcedo y varias tallas coloniales. En el 2004, el inventario de 20 años de original trabajo creativo de María Fernanda Cardoso. En el 2009, Mr. America de Andy Warhol, el pálido gurú de pelo blanco. En el 2010 la muestra de Man Ray con sus fotos y esculturas que nos preservaron las imágenes de Picasso y Miró, Buñuel y Coco Chanel, en el recuerdo de una época ante todo artística. Y en el mismo 2010 la exhaustiva investigación en torno a la caricatura en Colombia a partir de la Independencia. Vendrían luego muestras como las del artista caleño Óscar Muñoz con inquietantes juegos con la memoria y el olvido a través de la fotografía, y muchas otras propuestas dignas de ser reseñadas como las de Doris Salcedo, León Ferrari o Guillermo Kuitca. Pero no hay solo artes plásticas en el Banco de la República y sus amplias manzanas en La Candelaria, tan visitadas por colombianos y extranjeros.
De 1964 al 2013, el Boletín Cultural y Bibliográfico de la Biblioteca Luis Ángel Arango ha mantenido, en sus 83 números, el más detallado y en ocasiones crítico registro de lo que se ha publicado en Colombia o sobre Colombia, en notas bibliográficas preparadas por especialistas en cada campo: Antropología, Historia, Arte, Narrativa, Poesía, Economía, Folclore y Humor, así como la relación de las nuevas colecciones incorporadas entre las que pueden destacarse la biblioteca de Nicolás Gómez Dávila o la de Orlando Fals Borda. Además, década tras década el Boletín hace balances panorámicos en las diversas áreas del saber.
Pero el Banco, en cuestiones de cultura, no es centralista. En sus diversas sedes, trátese de Santa Marta como de Popayán, trátese de Girardot como de Tunja, hay museos dedicados a las culturas precolombinas de la región, hay bibliotecas, auditorios y giras de conferencistas, artistas y estudiosos que mantienen viva la preocupación por el país, sus problemas y las respuestas dadas desde la cultura. Las sedes del Banco son también hospitalarios albergues para que los jóvenes adelanten sus talleres de lectura, sus muestras de cine, su diálogo en torno a la escritura y sus recitales, ya que ningún espacio más propicio que sus aireadas salas custodiadas de libros y bibliotecarios diligentes, como lo he comprobado en tantas ciudades, llámense Valledupar, Bucaramanga o Montería.
También allí valdría la pena pedir algunos de los títulos publicados por el Banco de la República como pueden ser El río de Wade David o Café y conflicto de Charles Berquist. Así el círculo de nuestra historia, desde el Museo del Oro, se entiende a cabalidad.
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