Antonio Navarro Wolff: “El espíritu de la Constitución sigue vivo”
30 de Junio de 2011
Un año después de la desmovilización del grupo guerrillero M-19, Antonio Navarro Wolff presidía, junto con Álvaro Gómez Hurtado y Horacio Serpa Uribe, la Asamblea Nacional Constituyente. Ya constituido como partido político, la Alianza Democrática M-19 obtuvo la segunda votación más alta en esas elecciones.
En conversación con ÁMBITO JURÍDICO, Navarro, hoy gobernador de Nariño y ex militante del M-19, habla sobre las dos décadas que cumple la Constitución Política.
ÁMBITO JURÍDICO: ¿La Asamblea Nacional Constituyente fue una verdadera representación política de todos los sectores del país?
Antonio Navarro Wolff: Fue mucho más que una representación política. Fue una representación muy cercana a lo que era el país en 1991: allí se encontraban políticos; profesores de Derecho Constitucional; académicos; ex guerrilleros; indígenas, que, hasta ese momento, llevaban 500 años desaparecidos de cualquier forma de representación política; cristianos; católicos; afrocolombianos y todos los sectores que integraban esa sociedad. En los 200 años de historia republicana, no ha habido un cuerpo colegiado con una representación tan amplia, tan diversa y tan plural. De manera que, sin duda, una gran fortaleza de la Asamblea Nacional Constituyente fue que personificó, por primera vez, el verdadero país.
Á. J.: ¿Cuál es el mejor “hijo” de la Constitución de 1991?
A. N. W.: Diría que son varios los más prestigiosos: la acción de tutela, la Corte Constitucional y el Estado social de derecho, por ejemplo. No obstante, creo que, aunque no tiene tanto reconocimiento, el que ha generado más efectos importantes a posteriori es el equilibrio de poderes, que hace que Colombia sea mirada con cierto respeto y admiración en Latinoamérica. Esta no es solo una democracia en donde normalmente se vota, sino que, además, existe un equilibrio de poderes que no permite abusos en cabeza del Ejecutivo. Eso quedó demostrado con la prohibición de la segunda reelección del presidente Álvaro Uribe, en donde se expidió una decisión absolutamente respetada y acatada por todos los sectores.
Á. J.: Los críticos de la Constitución señalan que fue muy generosa la carta de derechos, pues, en la práctica, ha sido muy difícil de cumplir. ¿Usted qué opina?
A. N. W.: Se dice que es muy generosa, que es muy costosa y que ha generado una serie de dificultades fiscales, pero tiene un principio filosófico fundamental: las instituciones al servicio del ciudadano, mas no las instituciones al servicio del poder. Creo que eso siempre es bienvenido. Yo defiendo esa carta de derechos generosa y amplia y que se cumple hasta donde se puede cumplir. Hoy, sigue siendo una aspiración legítima que todos los ciudadanos tengamos nuestros derechos y que se respeten por una sociedad que quiere ser democrática y justa.
Á. J.: ¿La Corte Constitucional ha defendido exitosamente la Carta Política?
A. N. W.: La Corte Constitucional ha sido una institución fundamental para que, 20 años después, esa Carta Política no solo siga tan campante, sino que, incluso, haya ido un poco más de la línea de base que trazó la Asamblea Nacional Constituyente. Creo que es una institución que merece el respaldo y el apoyo que tiene de todos los colombianos.
Á. J.: ¿Qué opina sobre las reformas que se le han incorporado a la Constitución? ¿Rechaza alguna en particular?
A. N. W.: La reforma más criticada es la reelección presidencial inmediata. Tampoco me gusta el debilitamiento de la descentralización, pues me parece que no es bueno para un país tan diverso, como Colombia. De las reformas nuevas, habrá que ver lo que pasará con la regla fiscal, si funciona realmente y si limita o no el cumplimiento de derechos. Pero, sin duda alguna, el espíritu de la Constitución sigue vivo.
Á. J.: ¿Qué pendientes aún tiene la Carta Política?
A. N. W.: Lo más importante que falta por desarrollar es el Estatuto del Trabajo y la estabilidad laboral. En mi opinión, el problema más grande de desigualdad que tiene Colombia es la tercerización del empleo, razón por la cual estamos retrocediendo en lugar de avanzar en materia de equidad. Además, creo que los estímulos al empleo informal son tan grandes, que si no se modifica sustancialmente esa concepción, que no es constitucional, sino legal, Colombia no va a poder salir de esa vergonzosa desigualdad.
Otro tema que falta por mejorar son las contralorías y el mal diseño para escoger las cabezas de esas instituciones. En esos nombramientos, el alcalde y los concejales se ponen de acuerdo y hacen una coalición mayoritaria para escoger al contralor que les hará el control a ellos mismos. Y así, no se termina controlando nada. Pienso que los contralores se deberían escoger por concurso.
También es necesario crear fondos de compensación entre regiones: ¿Cómo es posible que la Gobernación de Antioquia en comparación con la Gobernación de Nariño, por ejemplo, tenga en inversión y en ingresos per cápita por habitante una proporción de 40 a 1?
Por último, se necesita volver a balancear muy bien los pesos y los contrapesos, para evitar que la reelección inmediata debilite el equilibrio entre poderes.
Á. J.: Usted ha señalado que se escribió una Constitución para 100 años, faltan 80, ¿será que sí resiste los embates de sus contradictores?
A. N. W.: La Constitución no está escrita en piedra. No son las tablas de Moisés. Por lo tanto, hay que seguirla modificando en la medida en que sea necesario, manteniendo su espíritu. Pero, en estos primeros años, nos demuestra que va a perdurar ese enorme consenso nacional que se consiguió en 1991.
Á. J.: Veinte años después, ¿el país es lo que esperaban los constituyentes de 1991?
A. N. W.: La Constitución hubiera querido un país más justo, más equilibrado, menos desigual, ese es su espíritu, pero es que, en estos 20 años, la Carta se ha desarrollado a través de políticas neoliberales que no han sido las mejores. Muchas veces, creo que la gente culpa a la Constitución de temas que no son del resorte de ella, sino que son de las leyes y de los gobiernos. ¿Por qué no se ha regularizado el trabajo? Porque no lo han querido los gobiernos. ¿Cómo establecimos un verdadero galimatías en un sistema de salud imposible de controlar? Por culpa de las leyes y de los gobiernos, no de la Constitución.
En mi opinión, si se cumpliera el propósito de la Constitución, este país sería mejor. No obstante, Colombia es mucho mejor que aquella que existía antes de 1991.
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