Anecdotario político
Anecdotario político
13 de Octubre de 2016
Reproducir
Nota:
13567
Imagen
Benjamín Ardila Duarte
- El senador de Ocaña Manuel Bayona Carrascal era orador de encendido verbo y respuesta clara. Sus paisanos iban a las barras del Congreso a oír sus Catilinarias. Bajaron a la cafetería a solicitarle favores burocráticos. Antes de escuchar sus peticiones les dijo: “El que me pida puesto en la aduana solicito que le dicten auto de detención o medida de aseguramiento, pues calculo sus intenciones”.
- El ministro español Jovellanos, al hablar al Rey Carlos III le decía: “Vosotros, los mandatarios, fuisteis colocados por el Omnipotente, en medio de naciones, para traer a ellas la abundancia y la prosperidad. Guardaos de atender a quienes os distraen de su cumplimiento; cerrad cuidadosamente el oído a las supersticiones de la lisonja y a los encantos de vuestra propia vanidad, y no os dejéis deslumbrar del esplendor que rodea el aparato del poder”. Además, en el informe sobre la Ley Agraria le pidió a la monarquía hacer la Reforma Agraria Democrática.
- Administrar un Estado después de una guerra es exigente. Francia, en 1945, creó la Escuela Nacional de Administración, estructuró el Instituto de Ciencia Política y formó mejores diplomáticos de carrera. Políticos nuevos, conocedores del Estado Moderno del que habló Laski, conducen mejor la nave del Estado. Partidos con programa y con doctrina mejoran la imagen de la administración pública y presentan un modelo menos dependiente de los factores del poder, los intereses creados y los grupos de presión.
- Popayán dio lo mejor de los héroes de la independencia. Pero también entregó a Joaquín Mosquera y Figueroa, pro-español fanático, y su viuda, María Josefa García Toledo, aportó como heredera y albacea testamentaria de su marido – el perseguidor procesal de Nariño – todos los bienes de la sucesión de su esposo al Rey de España, en 1830.
- La buena conducta de la clase rectora política es básica en todo pueblo. Los viejos españoles decían “que buen vasallo yo fuese si tuviese un buen señor”. Y otros cantaban “Tal el rey, tal la grey”. Más tarde, Lichtenberg predicó: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
Opina, Comenta