Anecdotario Político
Anecdotario político
23 de Agosto de 2013
Benjamín Ardila Duarte
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La valoración de los grandes hombres se reduce a frases estelares. El oráculo de Choquehuanca le dijo al Libertador: “Con el tiempo crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina”, y a Nelson Mandela se le aplica la cláusula de Einstein sobre Gandhi: “Las generaciones futuras difícilmente creerán que haya existido un hombre así sobre la tierra”.
El profesor de la Universidad Libre Miguel Aguilera pedía que se grabara en el Capitolio la tesis del Fuero Juzgo: No se hicieron los pueblos para los reyes, sino los reyes para los pueblos; ni los reyes crearon los pueblos, sino fueron los pueblos los que hicieron reyes. También Quintiliano no concibió la historia para demostrar los efectos y proyecciones de los acontecimientos memorables, sino para narrarlos con fidelidad y exactitud.
El calumniado Maquiavelo en sus Discursos defendía a la juventud que se asoma a la vida pública así: “Y cuando un joven es de tanta virtud que se ha hecho conocer en alguna cosa notable, sería cosa dañosísima que la ciudad no se pudiera valer de él entonces, y que tuviese que esperar a que se envejecieran con él aquel vigor del ánimo y aquella actividad que en aquella edad su patria habría podido utilizar”.
El filósofo español Séneca, ya romano, en Tranquilidad de Espíritu recordaba: “Si la suerte te ha separado de la posición más preeminente en el Estado, debes, sin embargo, permanecer firme y ayudar con palabras, y si alguien tapa tu boca, debes, no obstante, continuar firme y ayudar en silencio. El servicio de un buen ciudadano nunca es inútil: con ser oído y visto, por su expresión, por su gesto, por su porfía y por su propia manera de andar, ayuda”.
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