Anecdotario político

Benjamín Ardila Duarte

Preguntado el maestro Darío Echandía, en las elecciones de mitaca de 1960, sobre el vencedor posible entre alzatistas y laureanistas, y entre lopistas y lleristas, respondió: “En Colombia la mayoría la pone la Federación Nacional de Cafeteros”.

Los economistas de hace dos décadas o tres decían: “Ahora todos somos keynesianos”. Y es cierto. La planificación con controles estatales había triunfado. El Estado de Bienestar no puede ser desmontado. La línea media de Keynes entre socialismo y liberalismo se impone. G. Dalton lo dijo: “Si Marx es el padre del socialismo y Owen es el hijo, Keynes con toda seguridad es el espíritu santo”.

Los estadistas suelen morir de extrañas causas: Luis VI de Francia murió al meterse un puerco entre las patas del caballo que montaba, del cual salió disparado contra el suelo y cayó muerto. Domingo Faustino Sarmiento, presidente de Argentina y educador en Asunción (Paraguay), dijo a su nieta en 1888: “Ponme en el sillón para ver amanecer”… y esperando la primera luz del día lo sorprendió la muerte al ver la aurora.

La señora Javiera Londoño, antioqueña, fue de las primeras personas americanas en abolir la esclavitud de sus dependientes por testamento. Pero el cura de Marinilla creyó en 1767 que estaba loca y demandaron el testamento, y la Audiencia de Santa Fe lo anuló impidiendo la benéfica actitud de la causante.

Los españoles, dominantes en Colombia hasta 1819, consideraron que el indio era un haragán y que había que presionarlo, y el virrey Mendinueta expresó: “Son generales las quejas contra la ociosidad; todos se lamentaban de la falta de aplicación al trabajo; pero yo no he oído ofrecer un aumento de salarios y tengo entendido que se paga en la actualidad lo mismo que ahora cincuenta años o más, no obstante que ha subido el valor de todo lo necesario para la vida, y que por lo mismo son mayores las utilidades que produce la agricultura y otras haciendas”.