Anecdotario Político
Anecdotario Político 353
07 de Septiembre de 2012
Benjamín Ardila Duarte
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Conocido es el acápite de Keynes sobre la formulación de los científicos sociales: “Las ideas de los economistas y de los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad el mundo está gobernado por poco más que esto. Los hombres prácticos que se creen exentos de cualquier influencia intelectual son generalmente esclavos de algún economista difunto. Los maniáticos de la autoridad, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí, inspirados en algún mal escritor académico de años atrás. Estoy seguro de que el poder de los intereses creados se exagera comparado con la intrusión gradual de las ideas. Tarde o temprano son las ideas y no los intereses creados los que presentan peligro”.
La idea de patria –suma de tierra, raza y soberanía– es definida de múltiples maneras. El sabio lingüista colombiano Rufino José Cuervo pregonó: “Nada, en nuestro sentir, simboliza tan cumplidamente a la Patria como la lengua: en ella se encarna cuanto hay de más dulce y caro para el individuo y la familia, desde la oración aprendida del labio materno y los cuentos referidos al amor de la lumbre hasta la desolación que traen la muerte de los padres y el apagamiento del hogar; un cantarcillo popular evoca la imagen de alegres fiestas, y un himno guerrero, la de gloriosas victorias; en una tierra extraña aunque halláramos campos iguales a aquellos en que jugábamos de niños, y viéramos allí casas iguales a donde se columpió nuestra cuna, nos dice el corazón que, si no oyéramos los acentos de la lengua nativa, deshecha toda ilusión, siempre nos reputaríamos extranjeros y suspiraríamos por las auras de la Patria”.
La política es el arte de gobernar, pero hay formas de definirla, con precisión como Spengler: “Política es modo y manera como la existencia fluyente de un hombre, una generación, una estirpe, un pueblo o una clase se afirma, crece, triunfa sobre las otras corrientes que en el oleaje de los grandes hechos se defienden y atacan recíprocamente. La vida, en su sentido máximo, es política, es vigilia, es ritmo y tensión de lucha. Todo hombre, quiéralo o no, participa de ese acontecer militante, como objeto o como sujeto. La energía vital, ese quid, que en nosotros quiere ir arriba y adelante, ese impulso cósmico hacia la preeminencia, esa voluntad de dominio, es lo que resuelve si ha de ser ‘sino’ o ha de sufrirse el ‘sino’. Pues se crece o se perece. No hay una tercera latitud, un término neutro. Quien no puede imponer su historia a los otros, tiene que padecer la historia de los demás”.
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