Anecdotario Político
Anecdotario Político 331
12 de Octubre de 2011
Benjamín Ardila Duarte
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Ahora, cuando vuelve a hablarse de la reforma agraria democrática, tiene vigencia la tesis repetida de Doreen Warriner: la redistribución de la tierra significa un cambio político y social, mientras que las otras medidas llevan solo a un mejoramiento en la posición económica de los empresarios rurales y en la producción agrícola, sin un cambio en la posición social de aquellos. No debe permitirse que el énfasis pase de lo fundamental a lo complementario, ni que la llamada concepción integral conduzca, como ha acontecido algunas veces, a que se quiera ofrecer a los campesinos todo, excepto la tierra.
En la antigüedad clásica, Pericles pasó, justamente, como sabio legislador, y sintetizó su mensaje: “Nosotros, los atenienses, gozamos de una forma de gobierno diferente de las de nuestros vecinos; y porque nuestro Estado gobierna, no para unos cuantos, sino para la masa, lo llamamos democracia. Los ciudadanos, que en su vida privada son todos iguales ante la ley, son elegidos para los cargos más elevados del Estado por sus méritos, no por el partido al que pertenezcan y mucho menos aún por su fortuna personal”.
El presidente Carlos Lozano y Lozano decía que Bolívar y Maquiavelo aman, con exaltado amor, a sus propios compatriotas, cuyo perfeccionamiento y prosperidad son, en cada día y en cada hora, el núcleo esencial de sus preocupaciones; pero el uno y el otro, aleccionados por las enseñanza del mundo antiguo, del cual fueron ardientes devotos, y guiados por una penetración absolutamente singular, desconfían de los hombres, los juzgan con caustica amargura, y viven en guardia contra sus deslealtades y miserias.
Paul Kennedy, en la crisis monetaria actual, ha dicho que, en un nuevo orden mundial quizá el euro y el yuan deban subir su estatus e igualarse al dólar. Buena idea a los oídos del Fondo Monetario Internacional, que se inició en 1944 con dos monedas convertibles y terminó siendo el instrumento protector de una sola.
El francés Desjardins opina, en la biografía de Chirac, que contrariamente a las apariencias, la vida política es, por lo común, una cosa seria donde los hombres que creen en ciertos valores se comprometen totalmente en función de sus convicciones de las cuales se puede discutir su fundamento, pero sería desleal discutir, a priori su honestidad.
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