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Anecdotario Político
02 de Mayo de 2014
Benjamín Ardila Duarte
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En el debate sobre la pena de muerte, en 1924, se le imputó al maestro Valencia, defensor del proyecto, una frase terminante y él respondió: “Yo no he dicho nunca que no me tiemble el pulso al firmar una sentencia de muerte. Eso es absurdo; si hasta para matar un pollo cualquiera se preocupa, uno por lo menos de saber si esta flaco o esta gordo”.
Palacio Rudas, en la elaboración de la Carta de 1991, recordaba: “¿Acaso nuestros recursos naturales son pobres comparados con los asiáticos o nuestro elemento humano es inferior en cuanto a inteligencia, preparación y espíritu de empresa? Creo que no. Por el contrario y sin temor de incurrir en exageración, diría que son superiores. Luego, eliminando la hipótesis, pienso que en ese deterioro mucha culpa le cabe a los sistemas de gobierno que en los países iberoamericanos se identifican con el régimen presidencial, o presidencialista para ser más exactos. A mi juicio los ha perjudicado el excesivo presidencialismo. Como decidido partidario del genuino régimen parlamentario, me habría gustado que esa institución se hubiera incorporado al quehacer colombiano”.
En el mundo diplomático, siempre tan agudo y sutil, a los plenipotenciarios que utilizan su posición para relaciones comerciales futuras o presentes los llaman embajadores de la patria y encargados de negocios.
El rector Osmar Correal, en Tunja, programaba su Facultad de Ciencia Política y le pidió a Fernando Hinestrosa un par de expertos para fortalecer su académico proyecto. Y el rector del Externado le dijo: “Mejor envíame dos boyacenses para enseñar política aplicada en las facultades de Bogotá”.
El tema de la raza, soporte del Estado Moderno, lo definía así don Gregorio Marañón: “Somos, pues, los grandes y los pequeños, mucho de lo que fueron nuestros padres remotos, y a su través, mucho de lo que fue la historia de toda nuestra raza; y aún, gotas infinitamente diluidas de lo que fue la historia viva de todo el género humano. Por eso cuando un hombre alcanza las cimas de una vida ilustre y ejemplar, no es posible iniciar su biografía en el punto biológicamente accidental de su nacimiento”.
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