Anecdotario político
Anecdotario político 325
13 de Julio de 2011
Benjamín Ardila Duarte
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Colombia es país de oradores políticos. Y Bogotá, Atenas suramericana. Es la deducción histórica que emerge de la obra del doctor Jorge Eduardo Girón, al presentar biografías y grabaciones de los grandes tribunos: Olaya Herrera, Fernando Londoño y Londoño, Gabriel Turbay, Germán Arciniegas, Alzate Avendaño, Valencia, Gaitán, Laureano Gómez, Luis Carlos Galán, Serrano Blanco, Ospina, Silvio Villegas, los dos Lleras, los dos López, Echandía, Eduardo Santos, Arango Vélez, Lozano y Lozano, Augusto Ramírez Moreno, Antonio García, Belisario, Gómez Hurtado, Abelardo Forero Benavides, César Ordóñez Quintero y Carlos Holmes Trujillo.
Los padres fundadores de EE UU dijeron que solo hay dos cosas que tenemos seguras: la muerte y los impuestos. Ahora el economista Jeffrey Sachs considera los impuestos como el precio que se paga por desarrollar la civilización. Advertencia para la evasión fiscal y el encubrimiento contable y para quienes quieran comprimir los presupuestos de educación, salud y ciencias con una mala decisión.
Schumpeter enumera cuatro condiciones para lograr el éxito del método democrático: que el material humano de la política, los hombres que pueblan los comités de los partidos, que son elegidos miembros del parlamento y que accedan a los puestos ministeriales, debe ser de buena y suficiente calidad; el dominio efectivo de las decisiones políticas no debe ser exageradamente amplio; burocracia técnica entrenada con carrera administrativa, y autocontrol democrático.
El plenipotenciario y poeta Guillermo Valencia – en el Protocolo de Río de Janeiro- se enfrentó victoriosamente a los internacionalistas peruanos Belaunde, Maurtua y Ulloa. Al informar al presidente Olaya Herrera, el mandatario le mostró en el mapamundi, para escoger domicilio diplomático y embajada a Londres, París, Viena, Madrid, Roma y Berlín. El maestro, decorosamente, se acercó al mapa de Colombia y le señaló a Popayán, su nostálgico pozo del olvido.
Juan Vicente Gómez, presidente venezolano de pocas letras y ordinaria actitud, al hablar del nuevo matrimonio de su ministro estelar decía: “Lo felicito por sus segundas náuseas”.
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